domingo, 24 de abril de 2011

La conspiración

La semana santa en la “U” es incompleta. Se tiene a Judas en el elenco, pero se olvidan de traer a Jesús para la obra.
El que gane Universitario en la cancha, no es un milagro. El milagro sería que paguen fuera de ella.
Y Jesús patea latas en las afueras del Monumental, come en una carretilla, hace su cola y se dirige a su tribuna de toda la vida. Es hincha de la “U” desde siempre y para siempre.
Cuando nos dice esto, no dudamos de su palabra, porque si hay algún tema que domina el hijo de Dios es sobre saber definir la eternidad. Hace llevaditas y realidades con ella.

El partido empieza y nuestro barbón amigo cierra los ojos mientras la gente se persigna y mira el cielo. Jesús se rasca un poco las orejas y nos confiesa que algunos faltosos lo invocan con malas palabras también. Ríe y dice que son de barrio, de su barrio, aunque aquellos por su juventud todavía no lo sepan. Son buenas personas. Y sobre todo hinchas de la “U”, concluye el galileo.

Universitario de Deportes ataca tanto como se lo permiten sus fuerzas. Y sus fuerzas a pesar de todo lo vivido, son grandes. El partido es veloz, pero con pocas acciones de verdadero peligro.
La “U” parece adueñarse del mediocampo para ceder al rato ante el empuje del equipo sullanense. Y el equipo del norte también no avanza sin antes entregar el balón a Universitario.
El equipo crema decide entonces llegar al área rival con centros tirados mayormente a la banda  del chileno Álvarez. Y el rival responde consiguiendo elaborar un poco mejor sus jugadas, pero no tanto como para exigir de verás al arquero de la “U”.

El gol de Vitti llega tan elaborado como imprevisto. El argentino toca con Fano y aquel le devuelve el balón para que defina con la ayuda del palo.
Jesús baja en avalancha y se topa con los policías que utilizan sus varas para dispersar a los hinchas. El espíritu de la fanaticada crema le permite celebrar el gol en distintos idiomas, pero con un mismo grito. El mismo grito que los policías intentan acallar y no pueden.
Jesús me confiesa entonces en secreto que los romanos ya no son lo que eran antes.

– Estos de verde son como un chancay de a veinte –

¿Y quién soy yo para contradecir al hijo de Dios cuando confunde a la policía con los antiguos matones del nuevo testamento?, ¿y quién soy yo para contradecirlo, cuando gran parte de la afirmación es cierta?

– Sí, son un chancay de a veinte – le contestó.

El partido en la segunda mitad carece de la explosión de la primera parte, y más bien comparte con aquella en la insistencia en el fútbol sin ideas. Debido a la difícil situación que tiene la interna de la “U”, el exigir un mejor juego es pedir un lujo innecesario.
A esto hemos llegado en semana santa. A no pedir mejoría, sino sólo el resultado.

Universitario gana sin complicaciones, sin pedir la hora y sin dar la hora. Gana porque el resultado se lo tienen que confirmar los dirigentes. En la cancha se cumple y afuera hacemos agua por la desidia existente.
La “U” es una conspiración permanente, un cónclave de saduceos y fariseos tratando de llevar agua para su propio molino. Se duda de aquel que habla animadamente con otro, como de aquel que calla y está solo.

– Aquel es el que más conspira – dicen los que creen entender la situación de Universitario.

Los hinchas a diferencia de ellos, apostemos en el equipo, que es un juego seguro. La política del club ha demostrado ser otra vez un juego de azar.
Un juego en el que aquel que se mostraba como el más calificado, no es tal. Dudamos hoy de todo y sobre todo de sus intenciones, que aunque fueran buenas nos pueden llevar otra vez al peligro de la ruina.
Para poner en perspectiva todo, Jesús suelta la última frase lapidaria del día.

“Judas nunca dejó de creer en mí y aún así, me traicionó”  

Debemos confiar en las acciones de las personas, no en la palabra de ellas. Confiemos en el equipo que aún saca buenos resultados y desconfiemos de los dirigentes que no pueden honrar sus deudas.
Exijamos a los dirigentes cumplir con los jugadores e hinchas, que para eso se hicieron cargo del club.
Se hicieron cargo porque convencieron al socio sobre su supuesta calidad en la gerencia empresarial. A estas alturas pareciera más bien que ya no necesitáramos de un  administrador sino de un mesías que pudiera multiplicar el pan y el pescado para poder honrar nuestros compromisos.
No confundamos al presidente con un salvador, porque no lo es y ni siquiera demuestra ser un buen ejecutivo.
No confundamos a aquel con un mesías, porque el Cristo a diferencia del presidente,  no se sentó en el palco de los dirigentes está noche, aquel estuvo en norte con su gente, alentando al campeón como siempre.


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domingo, 17 de abril de 2011

La marcha

Cuando Roma era el centro del imperio (y lo fue durante mucho tiempo), era común de escuchar que todos los caminos conducían a ella.
Si éramos burócratas en desesperada búsqueda de un puesto o nobles desesperadamente rechazando uno, no habríamos tardado en usar las vías hechas por el imperio para dirigirnos a la ciudad eterna.
Comerciantes, mendigos y evangelistas de exóticas religiones llegarían también a la ciudad gracias a su amplia red de caminos.
Pero aquí es necesario recalcar que Roma fue imperio gracias a sus ejércitos de ciudadanos antes que por otros cientos de virtudes. Y los ejércitos de Roma que estaban prohibidos de cruzar el Rubicón para dirigirse a la ciudad, también estaban exigidos de cruzar sus aguas en dirección de la conquista.
Es bueno afirmar entonces, que todos los caminos salían y surgían de Roma desde la antigüedad.

Así como Roma, Cusco era el ombligo de su mundo y desde allí surgían las cuatro regiones o suyos que hacían el imperio Inca.
Tales puntos de encuentro y convergencia son conciertos de voluntades. Lugares donde confluyen pistas, vías, pasos de animales y personas, pero sobre todo, tránsito libre de deseos.
La “U” no concentró en los días previos al clásico y más bien tuvo un punto de encuentro el sábado. Un lugar desde donde todo su ejército reunido tomó la decisión de marchar en busca del enemigo.
La casa de Chemo del Solar fue el sitio escogido adonde irían llegando de a pocos los jugadores de Universitario de Deportes. Allí convergerían los argonautas una vez más.
Estarían Galván y sus ganas, el amor propio de Toñito y la solidaridad de Rainer, la garra de unos cuantos más y las ganas de todos por sacar el resto adelante.

Pocas veces, circunstancias tan adversas y desesperadas fuera de la cancha, han encumbrado el esfuerzo de un grupo. La campaña del apertura 2002 se me viene a la memoria, de allí en más, otros recuerdos son por lo menos difusos.
La rebeldía por la justicia y lo justo, y la lealtad por la camiseta nos demuestran otro ángulo de este grupo, lo complejo que va ser para el rival volverlo a descifrar.
El triunfo (empate) de ayer no se da en el resultado, sino en la lucha de los jugadores que logran sacar esto adelante, a pesar de los dirigentes.
En la cancha no se ve al mejor equipo crema, uno se da cuenta de ello al comienzo y no se piden más explicaciones, es muy claro que el cortocircuito e incendio le pasan la factura desde afuera.
El contrario no peca de tonto e intenta apretar la máquina hasta casi burlar la defensa crema, pero sus intentos no pasan de estrellarse contra la muralla montada por la veteranía de las tropas. Universitario de Deportes resiste el embate y más bien cuando le toca tener la pelota, no juega con la misma prontitud del rival, sino que la calma y la juega de manera lenta. Cualquiera diría que ese fútbol es del que la piensa mucho o del que está pensando mucho, lo segundo sería lo más correcto. Los problemas de afuera (y lo decimos una vez más) influyen en el empate.
Universitario de Deportes centraliza sus esfuerzos con Vitti, pero muy poco es lo que logra el jugador. Demasiado atrás para ser incisivo, se encarga de distribuir el balón de la manera menos comprometida y fácil, la “U” carece de profundidad para lograr siquiera una oportunidad clara. El rival lo intenta más, pero es menos equipo también.
Cuando llega el penal, llega también el premio a un jugador que merecía ser recompensado una última vez en esta cancha.

Universitario de Deportes empata en su peor día del año, iguala ante el rival, pero gana en fortaleza. Todos los caminos del campeonato salen de Roma y hay un ejército que las transita mejor que nadie, a pesar de las grandes dificultades que suponen los dirigentes de cuello y corbata, los que se suben al carro en la victoria y aquellos que niegan los sueldos de la tropa en campaña.
En la antigüedad, los grandes enemigos del ejército romano eran sus propios burócratas. Hace no mucho, los dirigentes del club eran los más sofisticados enemigos de los jugadores cremas, parece que las malas formas han vuelto o tal vez nunca se fueron.
Nada entonces ha cambiado. Roma sigue siendo Roma y la “U” sigue siendo la “U”, a pesar de sus dirigentes y rivales, perdón, mejor dejemos de ser redundantes y cuando nombremos a dirigentes y rivales, digamos enemigos solamente, ya que a estas alturas por lo que aportan, ambos vienen a ser y a dar lo mismo.

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domingo, 3 de abril de 2011

Y VIVIERON FELICES POR SIEMPRE

Y vivieron felices por siempre. Así terminaban los cuentos que leíamos de pequeños. Así deberían de terminar también. En el acontecer de esas historias, la felicidad tenía que durar hasta ser eterna. Tenía que ser tan absoluta para lograrnos convencer de seguir y vivir por mucho tiempo. Muchos no lo saben, pero tal vez vivimos y persistimos de esa manera, gracias al final de aquellos cuentos que se nos quedaron grabados de pequeños. Creo que es allí, en ese momento crucial, donde nos convertimos en hinchas de la vida, justo en el final de esas historias.

Y vivieron felices por siempre. El partido de ayer es de aquellos partidos que sellan un pacto. Que parecen cuento y final de cuento también. Que convierten en hinchas de la vida a los más pequeños. En hinchas de la “U”. En fanáticos de la lucha hasta el final. Porque se puede luchar (casi todos lo hacen), pero sólo aquel que lucha hasta el final, tiene garra. Porque sólo aquel que pivotea casi colgado de las mallas de la tribuna para poder poner la cabeza, la busca más que nadie.

Y un pacto se sella con un abrazo. Con un gran abrazo. Ayer aquel abrazo estuvo tan lejos del técnico. Y tan cerca de los jugadores, y tan cercano entre ellos.
Pocas veces las circunstancias dejan tan solo a un técnico después del gol de su propio equipo. Pocas veces el mismo entrenador debe cambiar el ganamos, por el ganaron, por el lo ganaron ellos.
Si existe un perdedor más grande que el equipo rosado, ese es el DT de la “U”, que con su planteamiento no pudo generar una jugada que de verás valiera la pena para su equipo.

La “U” gana al contrario cuando aquel lo tenía contra las cuerdas. Cuando aquel lo intentaba liquidar con un segundo gol en lugar de cuidar mejor su ventaja.
Universitario de Deportes escribe las más lindas historias porque sobre todo les sabe dar un gran final. Puede no salirle nada durante el partido y de repente, antes de poner el punto, se le ocurre la última frase, el último respiro y todo cambia a partir de allí.
Universitario hace que volvamos a leer la historia de nuevo, desde el principio. Hace que repasemos el título. Permite que cada trama donde interviene se nos quede en la memoria. Porque siempre tiene algo único y bonito que decir. Y nada es más bonito, a veces, que ganarlo al ollazo en los descuentos. Y nada es más bello que perseguir el balón hasta la última línea y saltar por él en lugar de que te lo den en el pie.
El esfuerzo contra el jugar bonito. La garra del que no esquiva los golpes cuando está en las cuerdas y que más bien golpea el doble que su rival. Así juega la “U” cuando se meten con su historia. Porque a Universitario le puedes ganar en cualquier momento y lugar, pero lo que no puedes hacer es intentar reescribir su propia historia, llevarlo todo al terreno del esfuerzo, del desgaste, porque allí la “U” tiene ventaja. Y allí la “U” te gana siempre.

Ayer no tuvieron claras oportunidades, ni siquiera simples oportunidades. Ayer lo que falló en el planteamiento del técnico fue no saber leer el partido en su transcurso y no lograr tampoco que los jugadores le comprendieran.
¿Por qué es tan simple perderse en lo que escribe y plantea Del Solar, y a su vez es igual de básico entender y comprender tan bien la garra? ¿Por qué?
¿Será acaso que los cuentos que nos contaron de pequeños, no eran cuentos solamente, sino historias que tenían más de verdad que de fantasía?
¿Será que nosotros escribimos esos bonitos finales siempre sin darnos cuenta y que Del Solar es un cuentista al que ya nadie le cree?
Será y es en la misma línea entonces, y como conclusión, que la garra es historia y no cuento, y por eso recurrimos a ella, a su papel gastado, pero no roto, cuando todo lo demás falla.

Se viene alianza en Matute. Otro clásico, otra historia. Y la “U” necesita mejorar urgentemente su juego de conjunto para asegurar el final de la historia que queremos y que nos contaron de chicos. Aquel epílogo en que vivamos felices por siempre, por fin. Como vivimos ayer y como queremos que vivan nuestros hijos y sus hijos mañana. Contentos, felices e hinchas de ellos mismos también, hinchas de la “U” entonces.


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viernes, 1 de abril de 2011

CONVALECENCIA

CLAUSURA 2008 (20 SEPTIEMBRE)


La lucha se suele dar entre dos. Ya sean dos hormigas disputándose el último trozo de vida. Ya sean dos dioses fingiendo ser hormigas.
La lucha puede empezar o terminar en un mismo lugar. Por ejemplo, un hospital peruano. Un hospital que acoge el inicio de una huelga de médicos y también los últimos trazos de un equipo rosado.
Boys es el moribundo que un día domingo, un día de visitas para el enfermo común, se levanta de la camilla para ir a Ate. Aquí, la historia fue reescrita. El enfermo visitando al más sano. Aquí, el cuento fue reescrito. El cordero yendo a la casa del lobo.

La lucha se suele dar entre dos. Ya sea al final o al comienzo de la tabla. A inicios de año nos toca pelear en la cima. Ahora batallamos en las faldas, en la sima de la montaña para dejar atrás la apatía, para dejar atrás las semanas que nos han dado y quitado pequeñas migajas de convalecencia. Migajas que supusieron sumar a los analgésicos, el reposo absoluto.
Así pasamos semanas enteras en nuestra propia cama. En nuestro propio sueño. Siendo mimados por la familia más grande del Perú, en lugar de ser arengados y curados por profesionales.
El tiempo anterior en la cima nos mantuvo engañados por mucho tiempo. Nos mantuvo esperanzados en que el siguiente partido podría ser el de la recuperación. Recuperación que no se dio.
Nadie esperaba llegar a compartir luego el cuarto con el paciente más enfermo. Nadie esperaba ser comparados con el último. Y se dieron esas comparaciones, al menos por una semana. Al menos en estos días que tuvimos de compañero de habitación al enemigo de siempre.

Pero aquellos golpes, fueron golpes que necesitábamos. Ver la agonía de cerca, estar con el más enfermo en nuestra propia casa nos puede haber despertado finalmente, nos puede haber despertado para ver lo que no queremos ser.
Y lo que no queremos ser, es ser los últimos, comportarnos como los últimos o ser comparados con los últimos. La historia de la “U” aunque llena de golpes, es distinta a la del Boys, porque los golpes a nosotros realmente nos hacen reaccionar, nos hacen subir la montaña y no hundirnos en el puerto.
Un 2 a 0 muy justo, si es que puede haber justicia en darle el tiro de gracia a un ser ya abstracto, si es que la puede haber en enfrentar a un equipo de segunda en un torneo de primera profesional.
Necesitábamos un cordero enfermo, para saciar nuestra hambre de ser fieras otra vez. Nunca nos imaginamos que el cordero vendría a casa. Que en el día de las visitas para el convaleciente, el más grave de los enfermos quisiera visitarnos. El cordero visitando al lobo y no al revés. Aquí el cuento fue reescrito y su final también, porque el lobo se comió al cordero, a la caperucita y a los tres cerditos y no pasó nada, no conmovió a nadie, tal vez porque esta historia es la que suele suceder siempre en el Perú y en Ate. El lobo comiéndose al cordero. La “U” triunfando sobre el Boys.


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