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jueves, 2 de agosto de 2012

Existes

Existes, más allá de un estadio grande que se empieza a llenar, más allá de un campo verde sin pintar y sin medidas oficiales. Eres la flor y el fruto que crecen donde mejor lo prefieren, seguramente siempre verticales y rebeldes, seguramente siempre desafiando unas cuantas leyes. 
Existes, y no necesitas de la horizontalidad del suelo o de un planeta para empezar a prodigarte. No necesitas de una anotación para que te lancen el grito de gol cuando te ven pasar. 

A pesar de que eres omnipresente, siempre te esfuerzas en realizar los viajes a provincias, siempre tienes el cuarto lleno de maletas, listas para partir contigo y con nosotros. Tal vez la omnipresencia consista en eso. Tal vez. Cuantas veces hemos apurado el viaje a otras ciudades para poder verte llegar, y en todas ellas ya nos esperabas con la sonrisa amistosa en el rostro, con la sonrisa de las personas que se alegran de vernos, que se alegran tanto como nosotros de nuestra vieja camiseta. 

Existes, en los puntos seguido y aparte que se necesitan para transformar a un hombre. En las mayúsculas y minúsculas que dan comienzo y fin a una historia de domingo. A una historia de miércoles o sábado; en fin, a una historia. 
Y es que conoces bien la historia. Conoces el adentro y afuera de cualquier cuerpo. Has respirado en ellos el oxígeno que nunca necesitaste. Es que son tantos años de ser inmortal, tantos años desde 1924. Tantos desde que la inmortalidad existe y el infinito ha sido demostrado. 
Estás en el día y la noche, que tienen cada vez más de ti, que se parecen más a ti, pues existes en cada color. Existes en cada uno de ellos, aunque siempre prefieras tu querida crema. 

Estás en las montañas que alguna vez se acercaron a las ciudades e inclusive en aquellas que lograron ingresar a la urbe en un día de fiesta, barrios enteros en los cerros te testimonian como identidad y como algo más que una religión de domingo o de fines de semana. 
Eres en ellos aquel pálpito amoroso que se transforma en el canto gigante de la tribuna, aquel canto que une los anónimos, los rostros desconocidos y les da una dirección en la vida, les da un domicilio y un predio donde puedan tributar, donde puedan tributarte a gusto. 
Transformas así la ciudad hostil en nuestro hogar. Nos esperas cada mañana en la carpeta del colegio, en donde alguna promoción anterior escribió tu nombre. Quedas grabada en cada calle, gracias a esa calcomanía que el taxista pega en el parabrisas de su auto y nos devuelves algo más de sencillo cuando el cobrador utiliza nuestra camiseta en la combi…sí, nuestra camiseta. 

Existes en las paredes limpias y en aquellas donde se pinta la juventud, en las ventanas abiertas que nos permiten avistar a tu feliz hinchada, pero sobre todo en los cimientos que nuestros padres forjaron y que hicieron grande este país. Muchas gracias por todo ello UNIVERSITARIO DE DEPORTES…muchas gracias por todo, porque lo eres todo.
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Gol de la "U"

El gol es una palabra simple y compleja. Simple de decir y complicada de escribir. Simple de escribir y tan complicada de decir. El gol en su momento más inspirado podría ser una canción. Y la es. Una canción donde nos cantan y nos cantamos. Donde se nos permite ser desorejados. Corrijo, donde se nos exige ser desorejados. 
El gol es una frase larguísima. O casi una frase larguísima hecha de una sola sílaba. Que se grita y se grita. O que simplemente se pronuncia bien. Ustedes elijan. 
Es también la palabra de mayor extensión y duración, porque cuando es pronunciada no se le conoce término. No un justo término. 

Con la celebración del gol vamos más atrás que las sociedades orales; regresamos al grito, a la caverna. El gol no es un plato que se sirva frío, sino que es todo el alimento que falta. Todo ese alimento que se engulle y se engulle crudo. Que nos regocija en su crudeza. Que nos empacha en ella porque podría ser la última vez. El gritar un tanto nos devuelve a la fealdad. A las caras largas y larguísimas. A las caras deformadas por el clamor. Y sin embargo nunca ha habido tanta belleza colectiva. Nunca un solo abrazo ha sido tan repartido y compartido. Troceado para que alcance a todos. A esto quería llegar Jesús en sus enseñanzas. El Jesús de las cavernas y de la felicidad. 

El gritar un gol es insuflar vida. Es crear en el aire uno y dos latidos. Echar a andar en el éter un músculo que le permita repetirse. Al gritar un tanto no hacemos burbujas en el aire; fabricamos espuma, rabia, locura, si quieren caos, creamos sobre todo hambre y también la saciamos. Todo Dios se ahoga para poder darnos el soplo de vida y eso es lo que todos nosotros hacemos cuando el balón cruza la línea. Creamos vida. Y nos ahogamos en el intento y su logro. 

El balón que cruza la línea derrumba imperios y hace surgir cordilleras. Nos permite echar una mirada al centro de la tierra. Nos permite ser tan pequeños para luego ser tan grandes. Nos empuja a expandirnos más deprisa que el universo. A hacemos permeables y aumentar nuestra temperatura sin una causa definida, pero si justa. 
De algún lugar conseguimos el combustible necesario para encendernos sin desaparecer. De alguna manera acabamos con todo el aire de nuestro alrededor sin morir. Y no muere nuestra llama. Con la celebración de gol gritamos en un momento y en un momento más poco falta para separarnos del cuerpo. ¿Quién sabe? Pues no sentimos nuestros pies cuando la gente se derrumba alrededor nuestro. Cuando se crean el caos y el desorden mientras la gente cae y se ve arrastrada. Una postal volteada. Un hermoso infierno. Allí entre los aullidos, el tiempo se detiene y la materia se separa. El hincha que estaba al costado de la tribuna, se levanta renglones más abajo contento, feliz. Lleno de polvo, como si fuera el primer borrón de una felicidad que ya tiende a ser más feliz, a ser absoluta. 
El gol es lo más absoluto del universo. La medida exacta. El infinito hallado. Algo de sal, en un inmenso galeón de azúcar. Es decir, una lágrima de felicidad que fluye y fluye. 

El gol es una sola sílaba que iguala y diferencia a tantas historias que se deben de contar. Allí, en la voz del hombre común, del hincha de la “U”, el gol y su celebración se expanden más deprisa que el universo.
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lunes, 21 de mayo de 2012

Malo, pésimo y peor

Del Solar ha nacido para hacer cosas increíbles como entrenador. Cosas verdaderamente difíciles de creer. Donde la mayoría de técnicos mejoran su oficio con los años, y aún otros, mejoran con solo algunos meses en el cargo, el técnico de la “U” hace su mejor esfuerzo para ir hacia el lado contrario. Aquel realiza su andar de manera distinta y única. Del Solar va hacia atrás y atrás en ese ir aprendiendo. Lo que ayer hacía mal, hoy lo hace pésimo y peor que nunca. 

Podríamos trazar un paralelo con el oficio de hacer espadas con la mano. El técnico de la “U” hace meses que no puede forjar una sola espada. O las dobla, o las rompe. 
Nadie en su sano juicio lo contrataría como técnico y nadie en su sano juicio lo mantendría en el cargo. Pero primero se le contrata por obra del peor presidente que hemos tenido en la “U” y luego se le mantiene en el cargo a pesar de sus desastrosas campañas. 
Y aquí viene la injusticia del caso, pues Del Solar como técnico vale poco (por no decir nada), pero su indemnización por despido vale demasiado. Del Solar es un billete de Inti con una coraza hecha de un doblón. Para llegar verdaderamente a él y apartarlo, hay que gastar el dinero con que no se cuenta en el Club. 

Por honor, Del Solar debería dar un paso al costado. Pero por “honor”, el argumenta que se queda. El mundo al revés. El mundo en que el técnico de la “U” se ve como el salvador y no como el verdugo que verdaderamente es. 
Y mientras tanto, lo que algunos hace unas fechas avizorábamos, hoy es meridianamente claro para todos. Estamos en rumbo hacia lo desconocido y nuestro técnico solo atina a tomar sol sobre la cubierta del barco que se hunde. Su calma no surge del valiente, sino del sinvergüenza que ya no le importa nada, porque acabado todo, el no se hundirá en vano con la “U”, sino que se hundirá sonriente con las muchas monedas de oro que sus bolsillos ya guardan. 

En Arequipa, Universitario de Deportes juega uno de sus peores partidos del campeonato. Tan frágil en su composición primaria, que a los quince minutos vemos el primer cambio en su andamiaje. 
Este cambio llega después del primer gol contrario. ¿Reacción rápida del técnico ante su propio error? Tal vez; pero no olvidemos que es su propio error en las formaciones, la que nos lleva a perder este partido e ir pésimo en el campeonato. 
La “U” se recupera en lo suficiente para atacarlo múltiples veces a su rival y conseguir el empate faltando muy poco para el fin de la primera mitad. Pero de nuevo la fragilidad en nuestro conjunto es aprovechada por el cuadro de Melgar, que se pone adelante en el marcador justo antes de que acabe el primer tiempo. La “U” ataca muchas veces en la primera parte y consigue un gol, el rival ataca menos y se va con el triunfo. 

La segunda mitad es lo mismo, pero diferente. El que ataca más no mete los goles que necesita, y el equipo rojinegro que ganaba cuidándose, es el que anota de vuelta. 
La quinta derrota consecutiva y la octava del campeonato. No, no se ha acabado el torneo y ya tenemos esa increíble cantidad de derrotas a cuestas. Y es que Del Solar ha nacido para hacer cosas increíbles como técnico. Y en la “U”, es eso mismo lo que intenta hacer con todas las fuerzas (debilidades) que tiene. 

La “U” por segundo año consecutivo ve el peligro que se le cierne, pero no ve el peligro con distinto capitán al mando, sino que lo observa con aquel mismo que lo llevó al desastre el año pasado. 
Es como darle el mando de vuelta al capitán del Titanic, para que nos colisione con un segundo iceberg. Del Solar es especialista en ello. En llevar a pique los barcos que le dan. Lo hizo con la Selección Peruana en las eliminatorias donde fungió de entrenador. No había baja en aquellas clasificatorias y es por eso que no nos encontramos en una Zona Dos Americana, en este presente momento. Solo por eso. 
El debate lamentablemente no se centra en las mejoras que el equipo de la “U” necesita, sino a cuándo renuncia o lo “renuncian” a Del Solar. Y todo por la terquedad y ceguera del “técnico” crema. Él es el único culpable de esta situación. Él nos ha llevado a desviarnos del verdadero objetivo de la “U”, que es luchar por un campeonato o jugarlo con decoro cuando lo primero no es posible. 
Al mantenerse en el cargo, nos ha quitado tiempo suficiente y valioso que se necesita para que el próximo entrenador se adapte al equipo que está llegando. 
La “U” es prisionero de un mediocre. No, disculpen. La “U” es prisionero de un inepto. 
Y lo peor de todo, es que el equipo joven e inexperto de la “U”, al que muchos acusan, no es el conjunto nulo en esta historia; en esta historia, el conjunto nulo es Del Solar. El cero es él. El doble cero también.
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lunes, 14 de mayo de 2012

El paso al costado

A algunos se les pide mantenerse, no cejar nunca. Y a otros se les pide la renuncia. A algunos se les pide resistir como la roca que enfrenta al océano en borrasca y a otros se les pide dar el paso al costado sin ninguna demora. Ambas acciones tan distintas en un principio, buscan preservar un bien más grande y preciado. Buscan sacrificar el momento para ganar finalmente el todo. 
Ambos actos cuando son originados por razones correctas son igual de valiosos e importantes. Los años dan la verdadera medida y valía del ser que quiso y renunció queriendo. Con aquel otro al que se le exige quedarse y consumirse con lo que queda de su existencia. 

 ¿Quiénes han renunciado? Han abdicado Reyes, Emperadores y Papas. Renuncian aquellos hombres cuya grandeza probada, no puede ser más grande que las sombras y dudas que los cubren. 
Renuncia Sila cuando gozaba de su mayor grandeza, aquejado tal vez por los primeros síntomas de su enfermedad. 
Se retira San Martín luego de la Conferencia de Guayaquil y abdica Carlos V en favor tanto de su hijo, como de su hermano. Napoleón Bonaparte, en circunstancias distintas, realiza el acto dos veces, tal vez intentando preservar parte de su herencia. Más pronto alguno y más tarde que en seguida otros, lo que los une por igual es la renuncia. 
Renuncia Guardiola cuando su legado clamaba por lo contrario y casi todos (por no decir todos) pedían que se quedara. 
Se va Bielsa de Chile no por relaciones tirantes con los jugadores o víctima de un fracaso, sino por las diferencias insalvables que se avecinan ante la nueva dirigencia electa. 
Dimite Michels del Barcelona las dos veces que ocupa el cargo, nunca aferrándose al amor de una dirigencia que en el amor se sabe tan cambiante. 
Todos ellos grandes como son, dan un paso al costado, no por cobardía, sino por grandeza. Todos ellos renuncian siguiendo el dictado subrayado de su conciencia. ¿Se repetirá eso en Ate? 

Nos hemos salteado una estación. Pues los días de Mayo son verano y sus noches comienzan a ser invierno. Y comienzan a ser invierno también, porque los resultados no llegan. Ni siquiera se sustentan en algo que sea siquiera mejora o siquiera trabajo. 
Mientras nosotros contamos con un entrenador con más de un año y medio en el cargo, al frente de nosotros existe un cuadro que presenta esta noche, nuevo técnico. Las diferencias de aquel contraste, se van notando de a pocos, a lo largo de la noche. Pero esas diferencias no nos permiten irnos triunfadores, sino todo lo contrario. 
Nosotros somos el cuadro que no parece entender el discurso del técnico, y somos nosotros el equipo que se desordena después de los primeros veinte minutos, también somos nosotros quienes recién parecemos conocer a nuestro nuevo entrenador o tal vez recién desconocemos al viejo técnico. 
En conclusión, nosotros somos el cuadro que debuta en primera con nueva guía. ¿No es así acaso? Pues eso es lo que parece. Y eso es a lo que jugamos. 

El equipo de la “U” comienza el partido con los bríos del local y es en una jugada mezcla de técnica y de suerte, la que nos pone adelante. 
Luego ocurre lo que siempre viene sucediendo en el campeonato; ya sea reacción natural producto de la inexperiencia u orden del banco, Universitario empieza a retroceder y a ceder la iniciativa al contrario. Una y otra vez, llegan los ataques del rival, hasta que uno solo de esos avances logra el empate en el marcador. 
Y es entonces, luego de este empate, que el equipo de la “U” vuelve a la carga y vuelve a mostrarse muy dominador de su contrario. ¿Qué es esto entonces? ¿Dónde se fue la inexperiencia? ¿No podemos defender un triunfo, pero si podemos ir a la carga para romper el empate? ¿A los jugadores de la “U” se les ocurre esto? ¿O todo ello viene del técnico? 

Son demasiadas las preguntas cuando son muchos los cuestionamientos. Pero hay algo muy real, el partido aunque termina igual en la primera mitad, se termina de perder allí. Nunca más, durante el resto del partido tenemos una iniciativa clara y que nos permita ponernos delante en el marcador. 
El contrario en la segunda mitad nos espera en su cancha y desde el inicio de aquella nos muestra lo que va a hacer. Pero, ¿hay reacción de nuestra banca ante la evidencia? No, uno y otro contragolpe tocan a nuestra puerta y el técnico no hace nada. Se ve venir desde lejos lo que finalmente llega y nuestro entrenador derrumbado, mucho antes que el equipo, no hace nada de significancia más que seguir tumbado. Y llega el tercero de contragolpe. Y es como si nada, en nuestro lado. 

 Entre los jugadores se canta menos y menos a la salida de los vestuarios y se ven más y más los reproches entre uno y otro en el campo. La alegría de debutar en Universitario de Deportes se ha perdido, y la garra ya no se usa como antes. Alguien se olvidó de romper el vidrio y utilizarla siquiera en caso de emergencia. Y es que olvidan muchas lecciones y enseñanzas aprendidas en el vestuario, pero no solo en el actual vestuario, sino en los de anteriores décadas. Alguien se olvida por ejemplo, de lo que fue como jugador. 
Al Del Solar entrenador le daría lo mismo tener un Chemo jugador en su equipo. Tal vez de lo nublado que está, ni lo tomaría en cuenta. Y lo más importante de todo, el Chemo jugador no se quedaría callado ante el remedo de técnico que es el Del Solar entrenador. Por eso y a pesar de todo lo que ha ocurrido, le pedimos al primero y no al segundo, que dé la cara luego de los partidos. Y al menos sea él, el que se ponga el equipo al hombro. Alguien alguna vez preguntó la diferencia entre un Chemo jugador y un Del Solar técnico. Y la respuesta fue el silencio. Porque era tan obvia la respuesta que no necesitaba ser contestada. Porque era tan grande aquella diferencia, como acostarse un día siendo “Chemo” y levantarte siendo Del Solar. 

 Tal vez la redención que necesitaba Del Solar nunca tuvo que ver con salir campeón, sino con la de renunciar con decoro. Sino el de renunciar por honor. Porque cuando se quiere a algo como se quiere a la “U”, importa poco el interés personal. 
Del Solar tiene una segunda oportunidad para demostrar su amor y esta vez no fallar en hacerlo. Tenemos seguridad que Chemo jugador no dudaría en dar un paso al costado, pero dudamos que Del Solar técnico actúe de la misma forma y consecuencia. 
Universitario de Deportes, necesita a su gente entonces, porque lo que se viene y lo que resta, va a ser la mayor prueba como hinchada desde nuestros inicios. A pesar de que el técnico no se decante por su necesaria renuncia, no abandonemos nosotros nunca. A pesar de que el técnico se decida por ser cada vez más Del Solar y cada vez menos Chemo, no dejemos nunca nosotros de ser menos hinchas. 
La “U” no necesita que la engañen o traicionen, sino que la amen a tiempo completo. La “U” necesita nuestro amor, darle menos sería engañarla y finalmente engañarnos.
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miércoles, 2 de mayo de 2012

El santo se quita la máscara

Mi enfado pueden ser tranquilamente dos enfados. Pueden tranquilamente ser como dos calles o avenidas que corren paralelas. Totalmente diferenciadas y únicas, totalmente razonadas y con suficientes razones para ser únicas y ser de nuevo avenidas, otro día distinto. 
Mi enfado pueden ser dos ríos que van uno al lado de otro, y a pesar de ir corriendo ambos tan cerca, van ambos a lugares distintos. Uno va al mar, el otro quién sabe dónde llega y termina. 

Sí, fui al estadio. Vi el partido que todos vieron. Vi como la “U” domina el encuentro no hasta el final del mismo, no hasta el final de su primera mitad, sino hasta que mete el primer gol del match. 
Un encuentro totalmente sometido por nuestra gente es luego regalado al rival. Entregada en bandeja la iniciativa, es seguro que la iniciativa cedida sea la causa por la que nos ganen el partido. 
¿Equipo joven? Sí ¿Equipo inexperto? Sí. Pero es casi seguro que esa sea la excusa fácil que ya necesita variar un poco. El año pasado tuvimos un equipo totalmente distinto y así también se jugaba. ¿Equipo joven? No. ¿Equipo inexperto? Tampoco. 

Hay una razón por la que nos ganan el partido de ayer. Y es más poderosa que la juventud e inexperiencia del equipo. Es más poderosa que aquella, porque al volver del descanso, no se cambia el libreto. Y es más probada que otras, porque se va repitiendo continuamente en la cabeza del entrenador. 
¿Existe razón por la que no se pueda ganar en provincias? ¿Existe alguna lógica en ello? No, como tampoco existe razón plena y suficiente para regalar el partido de ayer al rival. Mucho antes de la lesión de Toñito, el partido ya se había dado al enemigo. Mucho antes de la lesión de Rainer en el calentamiento, existía la posibilidad (seguridad) desde el banco de la “U” de retroceder las líneas en caso de abrir el marcador. 

La culpa de la derrota de ayer es del técnico de la “U”. Es orden expresa de él, jugar como se jugó ayer luego de nuestro gol. Es eso o no tiene don de mando. Es eso o su gente no le escucha lo que les dice en el entretiempo. Es eso o los partidos en provincia son una terrible casualidad. Es eso entonces. 
Por más razones o disculpas que se puedan llegar a tener a su favor, se hace evidente el decir, que si le entregas el balón al rival, algo malo te puede suceder. Y si el otro es más experto aún que uno, es que estás pidiendo que cosas malas te sucedan. 
Lo que el rival no tuvo hasta antes de nuestro gol, lo tuvo doble después de él. Y eso es obra de nuestro banquillo, no del contrario. 

Mi enfado, pueden ser tranquilamente dos enfados. Ser conjuntos distintos que nunca se intersecan. El transcurrir del partido y cómo acaba el mismo, son dos cosas distintas. 
Las culpas del transcurso del partido, son del entrenador y de sus jugadores. El como acaba el encuentro, es culpa de los nuestros por pisar el palito del enemigo. Digo enemigo y no rival, porque el equipo albo es eso. Enemigo. 
Un enemigo que cree que con la plata lo puede comprar todo. Y lo cree, porque lo hizo así desde un inicio. Compra su categoría entonces para ingresar al fútbol profesional. 
Un enemigo que se esconde en los vestuarios al final del campeonato del 2007, luego de ser derrotado por la “U” y apabullado por nuestra misma tribuna. Aquel que escupe ayer a Ximenes, también escupía su rabia ante cámaras en ese partido del 2007. Aquel que se daba de santo, nunca tuvo nada de santo para los que saben de fútbol. 
¿Acaso no es este el mismo equipo que esconde groseramente los balones en el Callao, en el clausura del 2008, para no seguir jugando el partido? 
¿Acaso no es este el mismo equipo que pierde extrañamente sus partidos de local ese mismo año? Dicen las malas lenguas para evitar que otro (Universitario de Deportes) llegue a estar entre los siete primeros y así pueda aquel mismo disputarle el título nacional. 
¿No es este el mismo equipo que pedía la baja de los equipos deudores y luego pateaba el tablero y se iba? ¿Y luego también volvía? ¿Es esto tener historia? ¿O tener “una historia”? ¿Es esto una mala historia para telenovela? 

La “U” pierde el partido ayer por nuestros propios errores. El rival, el enemigo, ya perdió su partido hace mucho con la historia. Tal vez su “historia”, toda ella, se resuma en el escupitajo que su jugador emblema lanza ayer.
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lunes, 2 de abril de 2012

Mucho más que seguidores

Un equipo que es acompañado por tanta gente no puede contar con una sola historia. No puede tener una sola manera de contar aquella. Un equipo que se levanta, aunque siempre haya estado de pie. Que avanza, aunque no sume siempre en la tabla. Y que está siempre, aunque no tenga las mismas caras y hombres en sus filas, no puede ser simple de explicar. Y sin embargo, lo explicamos. Lo decimos todo cuando sonreímos al verlo salir a la cancha. En una fracción pequeñísima de tiempo lo hemos narrado todo para nosotros. Como si aquella sonrisa, es decir, nuestra sonrisa; la tuya, la de aquel y la mía fueran iguales, significaran lo mismo. Alguien diría al vernos, al ver esta hinchada, que somos tantos ruidos distintos y una sola hermosa melodía.

La “U” es siempre grande, pero creo que se ve mejor cuando los seguidores se convierten en compañía. Cuando la hinchada, va lado a lado con el equipo.
Tres tribunas, pero miles de espectadores, miles de lados distintos por donde se le puede hacer compañía a un Club. No solamente seguirlo de lejos, sino estar a su lado. Ser su mejor pata el fin de semana.
Hoy la hinchada da la cara. Acude. El amor es el comienzo del boleto, o donde dice Universitario de Deportes, el amor es eso. Nada tiene que ver el rival en ello. Nada tiene que ver la “grandeza” o vileza del contrario. Allí donde dice la “U”, allí también dice amor. Allí existe la explicación de una sonrisa y el porqué se puede decir por ejemplo: “Te Amo la “U” y estoy aquí, porque solo tengo una vida para demostrarlo”.
¿Es por eso que estamos en la cancha? No, es más todavía que aquello. Cada segundo que pasa vamos sumando una necesidad más grande, un deseo más compacto de estar exactamente aquí, en este lugar, acompañando a nuestro Club.

La “U” es once y muchos más. La “U” es una voz. La “U” es una masa inmensa con un solo fin. Llevar ese balón que se encuentra en el centro hacia las redes del contrario. Es por eso del aliento en las tres tribunas y el soplido hacia un solo lado del campo.
Las ilusiones, las mejores ilusiones de los más pequeños vuelan en este ambiente generado por una hinchada entregada a su equipo. El canto de la barra va así y el primer tanto del equipo también va así. La felicidad es más feliz, relatando esto.
Desde el mismo centro del campo saca el contrario luego del gol de Universitario. Desde allí se busca volver a llevar el balón hacia el arco rival.

Hoy llevamos a la cancha números que significan guerra. Que significan no rendirse nunca. Hoy llevamos cifras que se enfrentan a las restas y terminarán dando siempre positivo. Hoy sumamos a ese número en la tabla, miles de cabezas, ejércitos.
La “U” se defiende entonces, la “U” lucha contra los contrarios de hoy y contra los dirigentes, que son más contrarios aún. No nos preocupamos, a los primeros les vamos a ganar casi siempre, y a los segundos, los vamos a golear. La gente se está dando cuenta del poder que tiene y de los cambios que se necesitan para reflotar a la institución.

Universitario de Deportes suma tres puntos porque no es posible perder con tal ejército respaldando sus acciones. Ximenes añade el primer tanto casi sin guiar la pelota. Solo basta empujarla un poco para desenrollar la cadena, hacer andar el tren sobre los rieles.
Luego del empate de Cobresol, la segunda estación parece lejos, pero la gente se dirige a ella con sus cantos y hacia allá dirige al equipo.
Importa mucho, lo mal que se juega la primera parte; pero lo importa todo, la buena actitud que tiene el equipo en la segunda mitad.
Tal vez porque un equipo joven como este, solo puede mejorar en su futuro. Tal vez porque un equipo sin tantas apariciones en primera, debe tener verdaderas presencias de primera, es que la “U” mejora en la segunda parte.

El segundo tiempo es diferente, pero empieza casi igual que lo último visto. La “U” lo suficientemente generosa para pecar también de desordenada, y lo suficientemente desordenada en su eterno mirar hacia adelante, para también hacer buenas migas con su gente.
Las oportunidades empiezan a ser tan continuas, que antes del segundo gol, la gente ya sabe a dónde va ir ese balón de Calcaterra; los rivales alrededor de él también conocen donde irá a clavarse la pelota del crema. El mismo Goyo Bernales dice “gol” antes de que lo patee el argentino, tal vez recordando su tanto a los cagones, el año ‘99.

Universitario de Deportes utiliza la sorpresa y el contragolpe de Polo para ampliar la diferencia en el marcador. Tanta es aquella, que el penal en contra, no significa mucho más que una anécdota.
La “U” gana el partido con dificultades y con un plantel que necesita creer lo suficiente en sí para poder mejorar. Hoy casi treinta mil personas demostraron cuanto lo quieren al Club. Ya creen en él y lo aman desde hace mucho. Son seguidores de aquel desde hace mucho también. Hoy, ya sin los nefastos dirigentes, los seguidores necesitan convertirse en acompañantes, en compañía celosa de su institución. Lado a lado con ella.
La “U” no merece menos que verdaderas multitudes en sus partidos. No merece menos que el amor de su hinchada. Y no merece menos que gente que se sienta igual a ella.
Universitario de Deportes no necesita más seguidores; lo que necesita, es una hinchada que sea compañía de ella, que esté a su lado siempre, durante todo el camino. La “U” te necesita a ti que me lees. El fin de semana jugamos en el Callao. Dale, ¿Y vamos? ¡Y vamos carajo! ¡Y dale “U”!


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viernes, 16 de diciembre de 2011

El infinito

La “U” es un estado permanente. Un siempre estar. Un estado permanente que no requiere sólo de un momento o dos para ser atendido y controlado. Es por eso que no es una obsesión o una adicción.
En mi caso el amor que le tuve y tengo nunca fue aumentando como una dependencia en el tiempo. Ese amor siempre se mantuvo inalterable. Siempre infinito. Siempre ocupando el mismo volumen, inundando las mismas dimensiones y jugando con otros espacios en el patio de atrás.
El fervor de esas cuatro dimensiones o de cualquier otra no ha cambiado, sólo ha variado el orden de nombrarlas. Ya no escribo en esos cuadernos y libros el Y Dale “U” de niño, pero se me ocurrió hacer una o dos banderas a su debido tiempo; cuando el amor me lo pidió.
A veces pequé de egoísta cuando falté al trabajo o al estudio para ir a ver a la crema. Claro, siempre pensando en mí. Siempre siendo yo el que le hacía caso a esa permanente fiebre sin pasar la voz a los médicos y demás.
Sí, he pecado por seguirte. Y con violencia, lo confieso. Pero también acabé alguna vez en darle para la entrada a aquel desconocido que estando al frente de las puertas, solo necesitaba del empujón grosero de otro hincha como él.
Ya no te lloró como antes y ya no duermo sobre ese llanto de niño y adolescente. Hoy me quedo despierto toda una noche cuando pierdes. Y ya nunca más duermo.
¿Alguien quiere medir aquellas dos fuerzas?, ¿saber si sufro más o menos?, no lo sabrán, pues el infinito carece de medidas; pero sé y ustedes también, que este se mantiene inalterable en el tiempo cuando el sentimiento es verdadero. Y así sin lágrimas te digo que te quiero. Nunca pienses menos de mí por ese detalle. Piensa sólo en esta sonrisa cuando te digo que te quiero. Piensa en esta sonrisa inalterable.


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domingo, 30 de octubre de 2011

El Traidor

Tal vez las grandes historias son eso. Y necesitan de eso. Requieren de tener un héroe y un villano. O de tener varios de aquellos. De tener también un traidor.
Sabemos entonces que las grandes historias no solo se conforman con reunir grandes cantidades de sacrificio y de heroísmo entre sus protagonistas, sino que también en sus sombras, debe morar el cobarde que se junte y arrejunte sin que tengamos verdadera noción de ello, hasta ya ser muy tarde.
Tal vez por cada Bolognesi existe un Agustín Belaúnde. Por cada Leónidas existe un Efialtes. Por cada Mario de las Casas o Rafael Quirós existe un Julio Pacheco.

Tal vez se necesita de solo un cobarde y traidor para arruinar el esfuerzo de cientos y de miles.
Es más fácil destruir que construir. Pero hacerlo hasta los cimientos, llevar a cabo un trabajo de hormiga, de terca hormiga, derrumbar una grandiosa historia necesita de un tiempo precioso e imposible, como también de mucho talento y suerte.
Un período de tiempo que no le ha de alcanzar a Julio Pacheco, eso claro, si es que hacemos algo y no permitimos que le alcance.

En el Cusco, el traidor abandona a su suerte a los más jóvenes entre los jóvenes, a la última línea y se les obliga a ser la retaguardia que defienda a toda una nación.
Roncesvalles, Termópilas y Corpahuaico se encuentran entre la historia y la leyenda. El partido de hoy, en su justa medida, también debería estar allí. Entre esa rara frontera que engrandece al hombre bueno y convierte en más malo al traidor. En nuestro peor enemigo.
No bastaba con humillar a sus jugadores y dejarles sin paga. Había también que apostar irresponsablemente con aquello que no se puede transformar en moneda y que se llama orgullo. Al traidor no le bastaba con dilapidar nuestra economía, sino que había que intentar manchar nuestra camiseta. Tal vez intentar que los jóvenes cansados por el trajín se abandonaran y rindieran nuestro emblema. Tal vez apostar que su inexperiencia les hiciera cometer un autogol dentro de sus cabezas. Todo eso deseaba el pequeño traidor.

Es así, que hoy entre la 24 de Junio, Huayruru Pata y la Ramón Castilla se presenta a jugar dos veces seguidas un mismo equipo. Es así, que hoy a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, un grupo de jugadores comete la “irresponsabilidad” de batallar por tres horas en una altitud que no es la suya, pero a una altura, talla y nivel que no se han visto por aquí. Claro que pierden. Aquí no contamos fábulas, ni mentiras. Aquí, en este lado del mundo, no suceden los milagros. Solo existen y subsisten el heroísmo, la bonhomía y la dignidad. Hay hombría de sobra en los muchachos de la “U”. Humanidad señores. Esto es humanidad.
No hay camisetas manchadas en el Cusco. Ninguna de ellas se hace expulsar o reniega de su historia fingiendo una lesión. Ni una sola abandona al resto. Ni una sola.

Son los de afuera los que nos traicionan. Son el Presidente y su círculo los que buscan con su incapacidad manifiesta y manifiesta imbecilidad, devorar lo que aún queda de bueno entre nosotros. Se han aprendido un discurso, se lo saben de memoria. Y lo repiten. Claro que lo repiten. ¡Y cómo lo repiten! Pero no se lo aprenden. No.

Pues intentar memorizar a Universitario de Deportes, porque ya no se le entiende y porque tal vez nunca de verás se le entendió o se le sintió, lleva a cometer esos errores de juicio. Pacheco se equivocó con respecto a la “U”, se equivocó con respecto a los más jóvenes, siempre lo hizo.
Hoy el equipo de reserva de la “U”, esos jóvenes, esos cuantos y grandiosos jóvenes que también conforman Universitario de Deportes, le dieron una lección. La primera de todas ellas, la que es imposible olvidar si de veras eres hincha de esta camiseta. La “U” no arría bandera y no se entrega, Sr. Pacheco. Podemos caer goleados, pero siempre lo haremos de pie. De pie.
De pie entonces, para defender a nuestra camiseta y para defenderla de los corruptos y de los personajes que la ensucian. No dejemos que los traidores ganen en esta historia; que es complicada, que es difícil, pero que sobre todo, es una grandiosa y hermosa historia. Y DALE “U”.


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domingo, 14 de agosto de 2011

Un Tercio Más

No vamos a descubrirlo a Del Solar como el peor. Porque no lo es y porque para ser aquel peor, se necesita contar también con algo de épica para ir hacia atrás.
No lo acercaremos en demasía al cero, porque aún puntúa. Paga mal, pero paga al menos. Paga para seguir debiendo. Y paga para al final no campeonar.

No lo vamos a descubrir como el peor de los técnicos tampoco. Colón pasaría de largo y Núñez de Balboa no lo pisaría siquiera. Asimismo no lo sindicaríamos como el peor, porque por lo menos intenta ser más ofensivo. No lo logra, ni de lejos, ni con lupa. Pero allí está intentando. Como un burro necio que se soltó y quiere trabajar el doble y al revés. El doble y mal. Pero el doble.
Va de fracaso en fracaso. A veces mal y a veces peor que mal. Otras tragedias se las sabe escribir bajo su propio influjo (que cree ingenio), y otras tantas también, se las dictan mordidas, desde afuera.

Del Solar es producto de las circunstancias. Es una creación casi heroica, pero no es un héroe. Es una creación casi heroica por el tamaño de esfuerzo echado a perder en aquel. No da la talla. Ni aunque se le estire el terno o se le reduzca el sueldo (que seguro no le pagan). No da la medida. Aunque se empine o se arrodille.
Son tres las dimensiones que se necesitan en este caso y el técnico de la “U” resulta solo siendo un plano. Un mal plano. Un encefalograma plano.
Es que ya no reacciona. Pareciera creer o quisiera hacer parecer que solo es necesario formar un equipo en el campo. Solo eso. Porque una vez que empieza el partido, el técnico de la “U” carece de la inspiración o reacción. Incluso de los reflejos más primarios que se les pide a los seres vivos. Claro, lo vemos actuar, saltar y muchas veces hacerse expulsar, pero todo aquello tiene el sabor del bocado vacío.
Los invito entonces a que abran la boca y le den una mordida (pequeña o grande) al aire que tienen frente suyo. ¿Lo probaron?, ¿lo degustaron? Pues así sabe el pensamiento de Del Solar. A ese regusto. A esa nada.

El partido de hoy es una bandera en manos de los jugadores. De ellos depende más que nunca, el todo. Cada jugador se cree importante (hasta allí bien) y más importante de lo que debiera. Avanzan con su propio pendón en contra del rival y a costa de sus propios compañeros. Todos los esfuerzos (muchos esfuerzos) se gastan en forjar los contragolpes del contrario y a veces también los ataques secos contra la portería de la “U”.
El juego en conjunto se esfuma no en un esfuerzo calculado, sino en un acto de desesperación. No existe mayor egoísmo, lo que existe es un querer hacer el bien de todos con el propio sacrificio, con la propia impotencia.
Universitario de Deportes no tiene voces que puedan dar indicaciones desde fuera, lo que posee es ruido fisiológico. Aquel ruido que desencadena en sordera.

La “U” tiene individualidades introducidas en una bolsa y tiradas luego en una manta. El azar; los cinco dados convertidos en once, el juego del cacho. El equipo crema es un gran desorden. Casi igual a la situación del Club (mucho menos para ser sinceros).
La táctica del nudo. El nudo marinero, el nudo de la abuelita o el nudo que nos espera en la horca, hacia allí vamos con los dirigentes y el técnico que tenemos.

No echo la culpa al técnico de lo que sucede afuera, porque no tiene culpa alguna. Pero sí le echo en cara, todos los errores, deslices y yerros que vengan de adentro del campo. Porque es domingo, porque acabamos de jugar contra la San Martín y sobre todo, porque Del Solar es responsable. Nadie le apunta un arma para que se quede en el banco del técnico. Nadie.
No es imprescindible ni necesario, no se le va extrañar cuando se vaya.
Ahora viene un partido de local, un encuentro difícil, casi imposible en términos de rendimiento para el técnico. Pero igual ganaremos. Porque somos la “U” y porque el triunfo lo queremos más que nadie en el mundo. Simplemente por eso…y sobre todo por eso.

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martes, 9 de agosto de 2011

Feliz 87

De todos mis familiares directos que quedan con vida, tú eres el de más edad. El que tiene más vivencias y experiencias. Todos los míos que sucedieron, descansan con sus recuerdos y en mis recuerdos.
Tú también descansas en mis recuerdos, pero vives. Ellos también viven, pero ya duermen para siempre. No despiertan ya y ya no los despierto. Déjame decirte que yo también sueño cuando te veo jugar. Y ya no logro recobrarme. No logro hacerlo.

Ayer ganaste otra vez. Te malacostumbraste a ello. Desde el principio lo quisiste así. Lo deseaste de esa forma. ¿Te acuerdas del 7 a 1 al José Olaya?...era el primer partido de campeonato.
Dime, ¿Qué será de todos esos clubes que alguna vez enfrentaste y ya no existen? ¿Los extrañas?; de seguro extrañas aquellas camisetas raras del Mariscal Sucre o el nombre de aquel otro equipo, de aquella otra época, ¿cómo era?...sí, claro, el Atlético Frigorífico en el año 31; también le ganaste. Mira que malacostumbrado estabas.

Debutaste en primera el año 28 y al año siguiente ya habías dado la vuelta. ¿Cómo hiciste para no marearte con tan temprano éxito?
Claro, eran otros tiempos. Otras responsabilidades. Había que hacer el club desde abajo. Nunca desde la nada, sino desde abajo. Tú ya esperabas. Desde aquella aparición del hombre por estas tierras hace miles de años, ya aguardabas. Sentías esa necesidad de acompañarlo cuando pintó por primera vez esa cueva. ¿Te acuerdas de qué color la pintó? De crema, ¿no?
Y cuando se le fue un día de sus manos su gran inventiva y prodigó los valles con tantas distintas semillas, no lo abandonaste. Repiqueteaste. Y no dejaste de hacerlo cuando su voz rebotaba contra los andenes hasta subir la cima. Muchos años después, sus descendientes bajarían las gradas y otros andenes de tribuna norte en el Estadio Nacional para celebrar el 2-1 contra el DIM. Bajarían con muchos colores y uno solo, para abrazarse y abrazarlo al primer hombre de todos, que esperaba allá abajo, en las mallas del alambrado.

Son tantos recuerdos, tal vez también te acuerdes de otras anécdotas. Si no, yo también te podría contar algunas de mis preferidas. Hacer triste o alegre el relato, melancólico de seguro, porque han sido tantas las vivencias juntos. Prefiero ir hasta el inicio entonces. Ir hasta aquella vez en que mi hermano buscando entre las cajas de la mudanza, sacó aquel viejo poster de un equipo de la “U” (seguramente del año anterior) para decorar el ropero de la habitación.
Tal vez recuerdes que vivíamos en Pisco y que era el año 82. Si lo haces, de seguro te acordarás que ese es el primer recuerdo fijo que tengo de ti, y puedas también entonces repetir las palabras de mi hermano si de veras quieres esforzarte. ¿Te acuerdas? Aquel nunca me habló del campeonato nacional, sino de la Copa Libertadores. Solo de ella.

Luego los partidos muy cerca a la playa, una pista nos separaba del mar. Todos los chicos de la villa nos creíamos jugadores de la selección nacional. Eran tiempos de mucho orgullo. Partidos eternos y casi heroicos que duraban hasta el anochecer. Encuentros interrumpidos por el panadero de siempre, que traía el pan y que a veces comprábamos con las monedas enormes de 50 y 100 soles. El pan que se pegaba al paladar seco, pero que igual agradecíamos.
Recuerdo su radio prendida sobre el triciclo blanco y mi hermano siempre preguntando como habías quedado. Y la “U”, o sea tú, que habías ganado.
Dos a cero contra el ADT de Tarma. Fue la primera vez que sentí felicidad o que recuerdo haberla sentido contigo. Ya era hincha tuyo. Lo era y lo soy.
Muchas gracias por estos 87 años, Universitario de Deportes. Muchas gracias por el recuerdo y por tu juventud.


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domingo, 31 de julio de 2011

La plaga que nunca se iba

Es un año de mala cosecha. Debemos aceptarlo desde ya. La “U” no debe tirar el grano, pero tampoco necesita arrastrar más allá de sus posibilidades la situación que lo sofoca.
En Chiclayo nos hacen recordar una vez más lo mal que vamos y lo mal que nos ven los demás. Ya no existe el respeto y menos el resquemor por un equipo como el de Universitario de Deportes. Nos atacan durante todo el partido y cuando no lo hacen, nos van toreando de un lado a otro con la pelota.
Poner de excusas al viento o a la mala suerte, sería de necios ante lo poco que se hizo en el transcurso del encuentro. El primer tiempo fue para ellos y el segundo también. Nuestro momento tal vez ocurrió en algún otro lugar, porque en Chiclayo no llegó un equipo que quisiera ser campeón o quisiera de verás la victoria.
Mientras los contrarios nos presentaban un equipo, nosotros  hilvanábamos una jugada y otra jugada más entre dos. Nadie más se unía al concierto, el que se atrevía a hacerlo, desafinaba.
La iniciativa estuvo siempre del lado del rival. La respuesta se repartió en nuestras manos y a veces ni eso. La “U” luchó por separado y perdió en cada una de esas oportunidades que tuvo para unirse y no pudo hacerlo.
El desorden generalizado y su nula compostura durante noventa minutos nos mostraron la calidad de los que toman las decisiones en el banco y un poco más allá. Por ellos perdimos hoy y es probable que lo sigamos haciendo.

Es así que el mal planteamiento del técnico dentro del campo y la pésima planificación de la dirigencia en las afueras, nos han llevado a esta crisis inmensa que no tiene visos de verse solucionada.
La “U” no es una lágrima simplemente porque no la lloran los dirigentes, ni la sufre el técnico. No es una lágrima, porque la situación cada vez es más oscura que transparente y más alarmante que penosa.
Hay tantas cosas que están erradas, que si nombráramos solo una que anduviera bien, posiblemente nos tildarían de mentirosos y seguramente nosotros no haríamos nada por remediarlo. Sería ir contra lo evidente y en este caso, contra la historia del técnico de Universitario de Deportes.

La historia del técnico de la “U” nos indica que tiene algo parecido al pasaporte noruego,  con el que se dice ha viajado de incógnito por todo el mundo. Con aquel se ha trasladado en medio de mares borrascosos para finalmente descender en puertos y en las dársenas luego de la descarga.
Así ha recalado en capitales, en ciudades que lo fueron y en pueblos que tal vez lleguen a ser algún día ciudades principales. O tal vez no.
Ha estado en el Besiktas de Estambul y en la Constantinopla de Justiniano. Ha pisado cada una de las ciudades de una España ficticia y una España real, donde la muerte roja de un Poe en Delirium Tremens lo habría podido ubicar sin problemas.
Ha estacionado con los Tercios de Flandes en los saqueos de Malinas. Allí ha sido tercio, sexto y último.
Ha vuelto finalmente a una Lima que solo era melancólica del buen fútbol y la ha llevado a otro extremo y a otro deporte totalmente distinto. Y se ha quedado.

Se ha quedado tan a gusto como la geometría perversa de una bacteria; hasta finalmente sentirse satisfecho de tener un apodo y chapa y de contar también con un nombre científico.  
No hay vergüenza en su proceder, pues no hay vergüenza en su llegada a la institución luego de su paso por cristal.
Dicen que las monedas que le tiraron alguna vez desde la tribuna, acusándolo de mercenario, se las metió al bolsillo. Y aunque no estuvieran en circulación, con ellas pagó a algunos y debió a muchos más.
No se va a ir. A él lo deben de botar primero. Podría dejarnos últimos como a la Selección Nacional de Perú y aún tendría ánimos de quedarse.
Y pensar que nuestros antepasados y sus dichos populares nos engañaron todo este tiempo. Las ratas no son las primeras que abandonan el barco, sino que se quedan hasta el final. Al menos así sucede cuando abunda el queso (verde) y la poquita vergüenza.


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jueves, 21 de julio de 2011

Una confesión (Noviembre 2008)

Nunca podría ser un cura. Nunca podría escuchar una confesión completa. No tengo el estómago para asimilar el dolor de quien lo cuenta todo, de quien cuenta sus pecados tras la cortina, tras la rejilla de madera, aquella rejilla en la radio de transistores.
Nunca podría ser un cura. Y sin embargo escucho y asisto a esta confesión de noventa minutos en la radio de la casa. Escucho el 2-1 completito, con migajas y todo. Escucho el pecado, el arrepentimiento, y la oración que se suponen salvarán al pecador. Pero yo no puedo ya descansar, no puedo cerrar los ojos y abstraerme de lo que he escuchado.

Esta noche es un feo secreto, una fea confesión. Bolognesi se adelanta a cortar la luz en nuestra casa, se adelanta a cortar los circuitos que comunican a nuestros laterales con la volante y la delantera. Allí ponen a dos de sus hombres a crear interferencia e intentar un apagón. Así se hace más fácil una confesión, en plena oscuridad. Así se hace más fácil que nos ataquen y nos metan el primer gol.
Y llega, con los narradores celebrándolo como si de su grito dependiera sólo la felicidad y no la tristeza, como si con aquel grito no supieran aún lo que pueden ocasionar o marchitar, como si aún no supieran bien cual es su trabajo.

El gol de Bolognesi a pesar de ser sorpresivo, es gritado por el narrador no de manera sorpresiva, sino esperada. Es gritado para ahuyentar y atraer, pero yo lo escucho como una fea confesión. Como una fea confesión, porque la casa está sola y oscura, porque una sola radio vieja es la que me comunica con el mundo esta noche.
De aquí el desanimo, la poca paz; pero es la “U” la que juega y la que intenta por intermedio de jugadas aisladas, el empate.
Y es la “U” la que se aviva de parecer tan muerta, la que se acerca de parecer tan lejana…y el gol llega por intermedio de Neyra…1-1, la radio puede fallar, pero no el grito del tanto en el narrador, que esta vez es afectado, estudiado y falso; alguien quiere provocar la tristeza y si tiene los medios la ha de provocar sin duda.

Llega el descanso y también el hambre, que es distraída por unos cuantos panes. Se inicia el segundo tiempo y otra vez el hambre, que es distraída por unas cuantas jugadas de peligro. De allí, nada más.
Pareciera que jugarse el descenso diera un plus sobre jugarse el campeonato. Pareciera que el miedo a segunda nos empujara más fuerte, nos hiciera reaccionar más pronto que el deseo por jugar el play-off del título. Así parece y así siempre ha sido en el Perú.
Bolognesi en una rápida combinación nos anota el segundo y cierra el telón. Alguien grita el gol en una estación de radio, no es necesario ni siquiera que esté en el estadio, que esté en el confesionario; no, no es necesario. Sólo debe de sonar feliz, en lugar de afectado. Sólo debe de gritarlo de manera prolongada, una vez más.

Es sábado en la noche y continuamos haciendo cuentas para poder quedar entre los siete, cuentas para poder rezar un rosario. El partido ha terminado y el sábado también lo hará, alguien dejará de gritar el gol en contra nuestra y se terminará la confesión. No importa si el pecado lo cometió el equipo o el entrenador, es la confesión la que debe de terminar. Debe de terminar, porque existen seis finales y la “U” necesita recobrar la fe, la fe no en el arrepentimiento, sino en el mirar para adelante.
Hay que darlo todo, sea poco o mucho. Darlo todo, porque nunca habrá arrepentimiento o confesión en ello, nunca.


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lunes, 4 de julio de 2011

Goleada al Aurich (22 de Octubre del 2008)

Desbordar el pequeño vaso porque se sirve con violencia, desbordarlo porque el líquido con que se cuenta es demasiado ante la comparación que se le presenta al frente.
No es frecuente mojar la mesa y luego el piso cuando se trata sólo de llenar el vaso, de llenar el sólo vaso.
No es frecuente tal dispersión de números, ante la pequeña concentración de esa sola copa que se nos presenta.

¿Habremos sido descuidados o previsores?...descuidados por derramar el precioso líquido ante tan poco rival; descuidados por no saber controlarnos y gastarnos en llenar el recipiente que no podrá ser bebido por aquel rival que carece de sed.
¿Seremos previsores?, porque ninguna noche ha dejado de ser traidora hasta hoy, ninguna noche ha olvidado su oscuridad a pesar de las luces y los flashes que enmarcan los cuatro goles.
¿Seremos previsores?, porque en la medida de uno, llenamos las redes para no ser molestados por la suerte adversa.

Universitario se hace del primer gol a los seis minutos, casi al inicio del partido, casi antes de comenzar el match. “U” no necesita encontrarse bien parado en el terreno, pues el rival espera descuidadamente en el suelo; Universitario no se despeina para marcar los cuatro goles, Aurich no se despeina para impedírselo. Aquí no hay ciclón, aquí nadie se despeina siquiera.
Es así que Universitario se sirve de los errores que hacen el rojo, se sirve de los errores que hacen el presente Aurich. No hay más ciclón, ni siquiera para dar una vuelta al molino. No hay más ciclón que empuje la tierra junto a la semilla. Universitario cava cuatro tumbas para un solo muerto esta noche, le da para escoger cuatro veces su mismo destino.
Universitario se da el lujo esta noche de hacerle trampa a la aritmética más básica, de mandar al frente a un nueve que no es nueve, y que esa mentira tan primitiva pueda marcar dos goles que son tan reales, tan palpables, como que debajo de esta tierra que se pisa, hay una tumba que espera.

Cada cierto tiempo se encuentran en los desiertos de Lambayeque, tumbas nuevas que son viejas, tumbas viejas que fueron nuevas. En la historia de la muerte en el Perú antiguo, hay una tumba cavada desde tiempo inmemorial para este Aurich que parece de otra categoría, hay una tumba sin oro, sin joyas, sin séquito que espera con la misma terquedad de otras para ser llenada, de eso no hay duda; el dilema consiste desde este momento en quien será el que le de la palada final para que se reúna con la arena que hostil con los vivos, no lo es con los muertos.

Faltan pocos días para el partido contra Sport Ancash en Huaraz, días para reponer la fuerza que se uso, el líquido que se derramó; esperemos que el desgaste sufrido en golear a un rival acabado, no se vuelva en nuestra contra, no se convierta en resta o merma este fin de semana.


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domingo, 24 de abril de 2011

La conspiración

La semana santa en la “U” es incompleta. Se tiene a Judas en el elenco, pero se olvidan de traer a Jesús para la obra.
El que gane Universitario en la cancha, no es un milagro. El milagro sería que paguen fuera de ella.
Y Jesús patea latas en las afueras del Monumental, come en una carretilla, hace su cola y se dirige a su tribuna de toda la vida. Es hincha de la “U” desde siempre y para siempre.
Cuando nos dice esto, no dudamos de su palabra, porque si hay algún tema que domina el hijo de Dios es sobre saber definir la eternidad. Hace llevaditas y realidades con ella.

El partido empieza y nuestro barbón amigo cierra los ojos mientras la gente se persigna y mira el cielo. Jesús se rasca un poco las orejas y nos confiesa que algunos faltosos lo invocan con malas palabras también. Ríe y dice que son de barrio, de su barrio, aunque aquellos por su juventud todavía no lo sepan. Son buenas personas. Y sobre todo hinchas de la “U”, concluye el galileo.

Universitario de Deportes ataca tanto como se lo permiten sus fuerzas. Y sus fuerzas a pesar de todo lo vivido, son grandes. El partido es veloz, pero con pocas acciones de verdadero peligro.
La “U” parece adueñarse del mediocampo para ceder al rato ante el empuje del equipo sullanense. Y el equipo del norte también no avanza sin antes entregar el balón a Universitario.
El equipo crema decide entonces llegar al área rival con centros tirados mayormente a la banda  del chileno Álvarez. Y el rival responde consiguiendo elaborar un poco mejor sus jugadas, pero no tanto como para exigir de verás al arquero de la “U”.

El gol de Vitti llega tan elaborado como imprevisto. El argentino toca con Fano y aquel le devuelve el balón para que defina con la ayuda del palo.
Jesús baja en avalancha y se topa con los policías que utilizan sus varas para dispersar a los hinchas. El espíritu de la fanaticada crema le permite celebrar el gol en distintos idiomas, pero con un mismo grito. El mismo grito que los policías intentan acallar y no pueden.
Jesús me confiesa entonces en secreto que los romanos ya no son lo que eran antes.

– Estos de verde son como un chancay de a veinte –

¿Y quién soy yo para contradecir al hijo de Dios cuando confunde a la policía con los antiguos matones del nuevo testamento?, ¿y quién soy yo para contradecirlo, cuando gran parte de la afirmación es cierta?

– Sí, son un chancay de a veinte – le contestó.

El partido en la segunda mitad carece de la explosión de la primera parte, y más bien comparte con aquella en la insistencia en el fútbol sin ideas. Debido a la difícil situación que tiene la interna de la “U”, el exigir un mejor juego es pedir un lujo innecesario.
A esto hemos llegado en semana santa. A no pedir mejoría, sino sólo el resultado.

Universitario gana sin complicaciones, sin pedir la hora y sin dar la hora. Gana porque el resultado se lo tienen que confirmar los dirigentes. En la cancha se cumple y afuera hacemos agua por la desidia existente.
La “U” es una conspiración permanente, un cónclave de saduceos y fariseos tratando de llevar agua para su propio molino. Se duda de aquel que habla animadamente con otro, como de aquel que calla y está solo.

– Aquel es el que más conspira – dicen los que creen entender la situación de Universitario.

Los hinchas a diferencia de ellos, apostemos en el equipo, que es un juego seguro. La política del club ha demostrado ser otra vez un juego de azar.
Un juego en el que aquel que se mostraba como el más calificado, no es tal. Dudamos hoy de todo y sobre todo de sus intenciones, que aunque fueran buenas nos pueden llevar otra vez al peligro de la ruina.
Para poner en perspectiva todo, Jesús suelta la última frase lapidaria del día.

“Judas nunca dejó de creer en mí y aún así, me traicionó”  

Debemos confiar en las acciones de las personas, no en la palabra de ellas. Confiemos en el equipo que aún saca buenos resultados y desconfiemos de los dirigentes que no pueden honrar sus deudas.
Exijamos a los dirigentes cumplir con los jugadores e hinchas, que para eso se hicieron cargo del club.
Se hicieron cargo porque convencieron al socio sobre su supuesta calidad en la gerencia empresarial. A estas alturas pareciera más bien que ya no necesitáramos de un  administrador sino de un mesías que pudiera multiplicar el pan y el pescado para poder honrar nuestros compromisos.
No confundamos al presidente con un salvador, porque no lo es y ni siquiera demuestra ser un buen ejecutivo.
No confundamos a aquel con un mesías, porque el Cristo a diferencia del presidente,  no se sentó en el palco de los dirigentes está noche, aquel estuvo en norte con su gente, alentando al campeón como siempre.


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