domingo, 17 de abril de 2011

La marcha

Cuando Roma era el centro del imperio (y lo fue durante mucho tiempo), era común de escuchar que todos los caminos conducían a ella.
Si éramos burócratas en desesperada búsqueda de un puesto o nobles desesperadamente rechazando uno, no habríamos tardado en usar las vías hechas por el imperio para dirigirnos a la ciudad eterna.
Comerciantes, mendigos y evangelistas de exóticas religiones llegarían también a la ciudad gracias a su amplia red de caminos.
Pero aquí es necesario recalcar que Roma fue imperio gracias a sus ejércitos de ciudadanos antes que por otros cientos de virtudes. Y los ejércitos de Roma que estaban prohibidos de cruzar el Rubicón para dirigirse a la ciudad, también estaban exigidos de cruzar sus aguas en dirección de la conquista.
Es bueno afirmar entonces, que todos los caminos salían y surgían de Roma desde la antigüedad.

Así como Roma, Cusco era el ombligo de su mundo y desde allí surgían las cuatro regiones o suyos que hacían el imperio Inca.
Tales puntos de encuentro y convergencia son conciertos de voluntades. Lugares donde confluyen pistas, vías, pasos de animales y personas, pero sobre todo, tránsito libre de deseos.
La “U” no concentró en los días previos al clásico y más bien tuvo un punto de encuentro el sábado. Un lugar desde donde todo su ejército reunido tomó la decisión de marchar en busca del enemigo.
La casa de Chemo del Solar fue el sitio escogido adonde irían llegando de a pocos los jugadores de Universitario de Deportes. Allí convergerían los argonautas una vez más.
Estarían Galván y sus ganas, el amor propio de Toñito y la solidaridad de Rainer, la garra de unos cuantos más y las ganas de todos por sacar el resto adelante.

Pocas veces, circunstancias tan adversas y desesperadas fuera de la cancha, han encumbrado el esfuerzo de un grupo. La campaña del apertura 2002 se me viene a la memoria, de allí en más, otros recuerdos son por lo menos difusos.
La rebeldía por la justicia y lo justo, y la lealtad por la camiseta nos demuestran otro ángulo de este grupo, lo complejo que va ser para el rival volverlo a descifrar.
El triunfo (empate) de ayer no se da en el resultado, sino en la lucha de los jugadores que logran sacar esto adelante, a pesar de los dirigentes.
En la cancha no se ve al mejor equipo crema, uno se da cuenta de ello al comienzo y no se piden más explicaciones, es muy claro que el cortocircuito e incendio le pasan la factura desde afuera.
El contrario no peca de tonto e intenta apretar la máquina hasta casi burlar la defensa crema, pero sus intentos no pasan de estrellarse contra la muralla montada por la veteranía de las tropas. Universitario de Deportes resiste el embate y más bien cuando le toca tener la pelota, no juega con la misma prontitud del rival, sino que la calma y la juega de manera lenta. Cualquiera diría que ese fútbol es del que la piensa mucho o del que está pensando mucho, lo segundo sería lo más correcto. Los problemas de afuera (y lo decimos una vez más) influyen en el empate.
Universitario de Deportes centraliza sus esfuerzos con Vitti, pero muy poco es lo que logra el jugador. Demasiado atrás para ser incisivo, se encarga de distribuir el balón de la manera menos comprometida y fácil, la “U” carece de profundidad para lograr siquiera una oportunidad clara. El rival lo intenta más, pero es menos equipo también.
Cuando llega el penal, llega también el premio a un jugador que merecía ser recompensado una última vez en esta cancha.

Universitario de Deportes empata en su peor día del año, iguala ante el rival, pero gana en fortaleza. Todos los caminos del campeonato salen de Roma y hay un ejército que las transita mejor que nadie, a pesar de las grandes dificultades que suponen los dirigentes de cuello y corbata, los que se suben al carro en la victoria y aquellos que niegan los sueldos de la tropa en campaña.
En la antigüedad, los grandes enemigos del ejército romano eran sus propios burócratas. Hace no mucho, los dirigentes del club eran los más sofisticados enemigos de los jugadores cremas, parece que las malas formas han vuelto o tal vez nunca se fueron.
Nada entonces ha cambiado. Roma sigue siendo Roma y la “U” sigue siendo la “U”, a pesar de sus dirigentes y rivales, perdón, mejor dejemos de ser redundantes y cuando nombremos a dirigentes y rivales, digamos enemigos solamente, ya que a estas alturas por lo que aportan, ambos vienen a ser y a dar lo mismo.

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