viernes, 1 de abril de 2011

CONVALECENCIA

CLAUSURA 2008 (20 SEPTIEMBRE)


La lucha se suele dar entre dos. Ya sean dos hormigas disputándose el último trozo de vida. Ya sean dos dioses fingiendo ser hormigas.
La lucha puede empezar o terminar en un mismo lugar. Por ejemplo, un hospital peruano. Un hospital que acoge el inicio de una huelga de médicos y también los últimos trazos de un equipo rosado.
Boys es el moribundo que un día domingo, un día de visitas para el enfermo común, se levanta de la camilla para ir a Ate. Aquí, la historia fue reescrita. El enfermo visitando al más sano. Aquí, el cuento fue reescrito. El cordero yendo a la casa del lobo.

La lucha se suele dar entre dos. Ya sea al final o al comienzo de la tabla. A inicios de año nos toca pelear en la cima. Ahora batallamos en las faldas, en la sima de la montaña para dejar atrás la apatía, para dejar atrás las semanas que nos han dado y quitado pequeñas migajas de convalecencia. Migajas que supusieron sumar a los analgésicos, el reposo absoluto.
Así pasamos semanas enteras en nuestra propia cama. En nuestro propio sueño. Siendo mimados por la familia más grande del Perú, en lugar de ser arengados y curados por profesionales.
El tiempo anterior en la cima nos mantuvo engañados por mucho tiempo. Nos mantuvo esperanzados en que el siguiente partido podría ser el de la recuperación. Recuperación que no se dio.
Nadie esperaba llegar a compartir luego el cuarto con el paciente más enfermo. Nadie esperaba ser comparados con el último. Y se dieron esas comparaciones, al menos por una semana. Al menos en estos días que tuvimos de compañero de habitación al enemigo de siempre.

Pero aquellos golpes, fueron golpes que necesitábamos. Ver la agonía de cerca, estar con el más enfermo en nuestra propia casa nos puede haber despertado finalmente, nos puede haber despertado para ver lo que no queremos ser.
Y lo que no queremos ser, es ser los últimos, comportarnos como los últimos o ser comparados con los últimos. La historia de la “U” aunque llena de golpes, es distinta a la del Boys, porque los golpes a nosotros realmente nos hacen reaccionar, nos hacen subir la montaña y no hundirnos en el puerto.
Un 2 a 0 muy justo, si es que puede haber justicia en darle el tiro de gracia a un ser ya abstracto, si es que la puede haber en enfrentar a un equipo de segunda en un torneo de primera profesional.
Necesitábamos un cordero enfermo, para saciar nuestra hambre de ser fieras otra vez. Nunca nos imaginamos que el cordero vendría a casa. Que en el día de las visitas para el convaleciente, el más grave de los enfermos quisiera visitarnos. El cordero visitando al lobo y no al revés. Aquí el cuento fue reescrito y su final también, porque el lobo se comió al cordero, a la caperucita y a los tres cerditos y no pasó nada, no conmovió a nadie, tal vez porque esta historia es la que suele suceder siempre en el Perú y en Ate. El lobo comiéndose al cordero. La “U” triunfando sobre el Boys.


Safe Creative #1104018867736

No hay comentarios:

Publicar un comentario