jueves, 2 de agosto de 2012

Existes

Existes, más allá de un estadio grande que se empieza a llenar, más allá de un campo verde sin pintar y sin medidas oficiales. Eres la flor y el fruto que crecen donde mejor lo prefieren, seguramente siempre verticales y rebeldes, seguramente siempre desafiando unas cuantas leyes. 
Existes, y no necesitas de la horizontalidad del suelo o de un planeta para empezar a prodigarte. No necesitas de una anotación para que te lancen el grito de gol cuando te ven pasar. 

A pesar de que eres omnipresente, siempre te esfuerzas en realizar los viajes a provincias, siempre tienes el cuarto lleno de maletas, listas para partir contigo y con nosotros. Tal vez la omnipresencia consista en eso. Tal vez. Cuantas veces hemos apurado el viaje a otras ciudades para poder verte llegar, y en todas ellas ya nos esperabas con la sonrisa amistosa en el rostro, con la sonrisa de las personas que se alegran de vernos, que se alegran tanto como nosotros de nuestra vieja camiseta. 

Existes, en los puntos seguido y aparte que se necesitan para transformar a un hombre. En las mayúsculas y minúsculas que dan comienzo y fin a una historia de domingo. A una historia de miércoles o sábado; en fin, a una historia. 
Y es que conoces bien la historia. Conoces el adentro y afuera de cualquier cuerpo. Has respirado en ellos el oxígeno que nunca necesitaste. Es que son tantos años de ser inmortal, tantos años desde 1924. Tantos desde que la inmortalidad existe y el infinito ha sido demostrado. 
Estás en el día y la noche, que tienen cada vez más de ti, que se parecen más a ti, pues existes en cada color. Existes en cada uno de ellos, aunque siempre prefieras tu querida crema. 

Estás en las montañas que alguna vez se acercaron a las ciudades e inclusive en aquellas que lograron ingresar a la urbe en un día de fiesta, barrios enteros en los cerros te testimonian como identidad y como algo más que una religión de domingo o de fines de semana. 
Eres en ellos aquel pálpito amoroso que se transforma en el canto gigante de la tribuna, aquel canto que une los anónimos, los rostros desconocidos y les da una dirección en la vida, les da un domicilio y un predio donde puedan tributar, donde puedan tributarte a gusto. 
Transformas así la ciudad hostil en nuestro hogar. Nos esperas cada mañana en la carpeta del colegio, en donde alguna promoción anterior escribió tu nombre. Quedas grabada en cada calle, gracias a esa calcomanía que el taxista pega en el parabrisas de su auto y nos devuelves algo más de sencillo cuando el cobrador utiliza nuestra camiseta en la combi…sí, nuestra camiseta. 

Existes en las paredes limpias y en aquellas donde se pinta la juventud, en las ventanas abiertas que nos permiten avistar a tu feliz hinchada, pero sobre todo en los cimientos que nuestros padres forjaron y que hicieron grande este país. Muchas gracias por todo ello UNIVERSITARIO DE DEPORTES…muchas gracias por todo, porque lo eres todo.
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Gol de la "U"

El gol es una palabra simple y compleja. Simple de decir y complicada de escribir. Simple de escribir y tan complicada de decir. El gol en su momento más inspirado podría ser una canción. Y la es. Una canción donde nos cantan y nos cantamos. Donde se nos permite ser desorejados. Corrijo, donde se nos exige ser desorejados. 
El gol es una frase larguísima. O casi una frase larguísima hecha de una sola sílaba. Que se grita y se grita. O que simplemente se pronuncia bien. Ustedes elijan. 
Es también la palabra de mayor extensión y duración, porque cuando es pronunciada no se le conoce término. No un justo término. 

Con la celebración del gol vamos más atrás que las sociedades orales; regresamos al grito, a la caverna. El gol no es un plato que se sirva frío, sino que es todo el alimento que falta. Todo ese alimento que se engulle y se engulle crudo. Que nos regocija en su crudeza. Que nos empacha en ella porque podría ser la última vez. El gritar un tanto nos devuelve a la fealdad. A las caras largas y larguísimas. A las caras deformadas por el clamor. Y sin embargo nunca ha habido tanta belleza colectiva. Nunca un solo abrazo ha sido tan repartido y compartido. Troceado para que alcance a todos. A esto quería llegar Jesús en sus enseñanzas. El Jesús de las cavernas y de la felicidad. 

El gritar un gol es insuflar vida. Es crear en el aire uno y dos latidos. Echar a andar en el éter un músculo que le permita repetirse. Al gritar un tanto no hacemos burbujas en el aire; fabricamos espuma, rabia, locura, si quieren caos, creamos sobre todo hambre y también la saciamos. Todo Dios se ahoga para poder darnos el soplo de vida y eso es lo que todos nosotros hacemos cuando el balón cruza la línea. Creamos vida. Y nos ahogamos en el intento y su logro. 

El balón que cruza la línea derrumba imperios y hace surgir cordilleras. Nos permite echar una mirada al centro de la tierra. Nos permite ser tan pequeños para luego ser tan grandes. Nos empuja a expandirnos más deprisa que el universo. A hacemos permeables y aumentar nuestra temperatura sin una causa definida, pero si justa. 
De algún lugar conseguimos el combustible necesario para encendernos sin desaparecer. De alguna manera acabamos con todo el aire de nuestro alrededor sin morir. Y no muere nuestra llama. Con la celebración de gol gritamos en un momento y en un momento más poco falta para separarnos del cuerpo. ¿Quién sabe? Pues no sentimos nuestros pies cuando la gente se derrumba alrededor nuestro. Cuando se crean el caos y el desorden mientras la gente cae y se ve arrastrada. Una postal volteada. Un hermoso infierno. Allí entre los aullidos, el tiempo se detiene y la materia se separa. El hincha que estaba al costado de la tribuna, se levanta renglones más abajo contento, feliz. Lleno de polvo, como si fuera el primer borrón de una felicidad que ya tiende a ser más feliz, a ser absoluta. 
El gol es lo más absoluto del universo. La medida exacta. El infinito hallado. Algo de sal, en un inmenso galeón de azúcar. Es decir, una lágrima de felicidad que fluye y fluye. 

El gol es una sola sílaba que iguala y diferencia a tantas historias que se deben de contar. Allí, en la voz del hombre común, del hincha de la “U”, el gol y su celebración se expanden más deprisa que el universo.
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lunes, 21 de mayo de 2012

Malo, pésimo y peor

Del Solar ha nacido para hacer cosas increíbles como entrenador. Cosas verdaderamente difíciles de creer. Donde la mayoría de técnicos mejoran su oficio con los años, y aún otros, mejoran con solo algunos meses en el cargo, el técnico de la “U” hace su mejor esfuerzo para ir hacia el lado contrario. Aquel realiza su andar de manera distinta y única. Del Solar va hacia atrás y atrás en ese ir aprendiendo. Lo que ayer hacía mal, hoy lo hace pésimo y peor que nunca. 

Podríamos trazar un paralelo con el oficio de hacer espadas con la mano. El técnico de la “U” hace meses que no puede forjar una sola espada. O las dobla, o las rompe. 
Nadie en su sano juicio lo contrataría como técnico y nadie en su sano juicio lo mantendría en el cargo. Pero primero se le contrata por obra del peor presidente que hemos tenido en la “U” y luego se le mantiene en el cargo a pesar de sus desastrosas campañas. 
Y aquí viene la injusticia del caso, pues Del Solar como técnico vale poco (por no decir nada), pero su indemnización por despido vale demasiado. Del Solar es un billete de Inti con una coraza hecha de un doblón. Para llegar verdaderamente a él y apartarlo, hay que gastar el dinero con que no se cuenta en el Club. 

Por honor, Del Solar debería dar un paso al costado. Pero por “honor”, el argumenta que se queda. El mundo al revés. El mundo en que el técnico de la “U” se ve como el salvador y no como el verdugo que verdaderamente es. 
Y mientras tanto, lo que algunos hace unas fechas avizorábamos, hoy es meridianamente claro para todos. Estamos en rumbo hacia lo desconocido y nuestro técnico solo atina a tomar sol sobre la cubierta del barco que se hunde. Su calma no surge del valiente, sino del sinvergüenza que ya no le importa nada, porque acabado todo, el no se hundirá en vano con la “U”, sino que se hundirá sonriente con las muchas monedas de oro que sus bolsillos ya guardan. 

En Arequipa, Universitario de Deportes juega uno de sus peores partidos del campeonato. Tan frágil en su composición primaria, que a los quince minutos vemos el primer cambio en su andamiaje. 
Este cambio llega después del primer gol contrario. ¿Reacción rápida del técnico ante su propio error? Tal vez; pero no olvidemos que es su propio error en las formaciones, la que nos lleva a perder este partido e ir pésimo en el campeonato. 
La “U” se recupera en lo suficiente para atacarlo múltiples veces a su rival y conseguir el empate faltando muy poco para el fin de la primera mitad. Pero de nuevo la fragilidad en nuestro conjunto es aprovechada por el cuadro de Melgar, que se pone adelante en el marcador justo antes de que acabe el primer tiempo. La “U” ataca muchas veces en la primera parte y consigue un gol, el rival ataca menos y se va con el triunfo. 

La segunda mitad es lo mismo, pero diferente. El que ataca más no mete los goles que necesita, y el equipo rojinegro que ganaba cuidándose, es el que anota de vuelta. 
La quinta derrota consecutiva y la octava del campeonato. No, no se ha acabado el torneo y ya tenemos esa increíble cantidad de derrotas a cuestas. Y es que Del Solar ha nacido para hacer cosas increíbles como técnico. Y en la “U”, es eso mismo lo que intenta hacer con todas las fuerzas (debilidades) que tiene. 

La “U” por segundo año consecutivo ve el peligro que se le cierne, pero no ve el peligro con distinto capitán al mando, sino que lo observa con aquel mismo que lo llevó al desastre el año pasado. 
Es como darle el mando de vuelta al capitán del Titanic, para que nos colisione con un segundo iceberg. Del Solar es especialista en ello. En llevar a pique los barcos que le dan. Lo hizo con la Selección Peruana en las eliminatorias donde fungió de entrenador. No había baja en aquellas clasificatorias y es por eso que no nos encontramos en una Zona Dos Americana, en este presente momento. Solo por eso. 
El debate lamentablemente no se centra en las mejoras que el equipo de la “U” necesita, sino a cuándo renuncia o lo “renuncian” a Del Solar. Y todo por la terquedad y ceguera del “técnico” crema. Él es el único culpable de esta situación. Él nos ha llevado a desviarnos del verdadero objetivo de la “U”, que es luchar por un campeonato o jugarlo con decoro cuando lo primero no es posible. 
Al mantenerse en el cargo, nos ha quitado tiempo suficiente y valioso que se necesita para que el próximo entrenador se adapte al equipo que está llegando. 
La “U” es prisionero de un mediocre. No, disculpen. La “U” es prisionero de un inepto. 
Y lo peor de todo, es que el equipo joven e inexperto de la “U”, al que muchos acusan, no es el conjunto nulo en esta historia; en esta historia, el conjunto nulo es Del Solar. El cero es él. El doble cero también.
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lunes, 14 de mayo de 2012

El paso al costado

A algunos se les pide mantenerse, no cejar nunca. Y a otros se les pide la renuncia. A algunos se les pide resistir como la roca que enfrenta al océano en borrasca y a otros se les pide dar el paso al costado sin ninguna demora. Ambas acciones tan distintas en un principio, buscan preservar un bien más grande y preciado. Buscan sacrificar el momento para ganar finalmente el todo. 
Ambos actos cuando son originados por razones correctas son igual de valiosos e importantes. Los años dan la verdadera medida y valía del ser que quiso y renunció queriendo. Con aquel otro al que se le exige quedarse y consumirse con lo que queda de su existencia. 

 ¿Quiénes han renunciado? Han abdicado Reyes, Emperadores y Papas. Renuncian aquellos hombres cuya grandeza probada, no puede ser más grande que las sombras y dudas que los cubren. 
Renuncia Sila cuando gozaba de su mayor grandeza, aquejado tal vez por los primeros síntomas de su enfermedad. 
Se retira San Martín luego de la Conferencia de Guayaquil y abdica Carlos V en favor tanto de su hijo, como de su hermano. Napoleón Bonaparte, en circunstancias distintas, realiza el acto dos veces, tal vez intentando preservar parte de su herencia. Más pronto alguno y más tarde que en seguida otros, lo que los une por igual es la renuncia. 
Renuncia Guardiola cuando su legado clamaba por lo contrario y casi todos (por no decir todos) pedían que se quedara. 
Se va Bielsa de Chile no por relaciones tirantes con los jugadores o víctima de un fracaso, sino por las diferencias insalvables que se avecinan ante la nueva dirigencia electa. 
Dimite Michels del Barcelona las dos veces que ocupa el cargo, nunca aferrándose al amor de una dirigencia que en el amor se sabe tan cambiante. 
Todos ellos grandes como son, dan un paso al costado, no por cobardía, sino por grandeza. Todos ellos renuncian siguiendo el dictado subrayado de su conciencia. ¿Se repetirá eso en Ate? 

Nos hemos salteado una estación. Pues los días de Mayo son verano y sus noches comienzan a ser invierno. Y comienzan a ser invierno también, porque los resultados no llegan. Ni siquiera se sustentan en algo que sea siquiera mejora o siquiera trabajo. 
Mientras nosotros contamos con un entrenador con más de un año y medio en el cargo, al frente de nosotros existe un cuadro que presenta esta noche, nuevo técnico. Las diferencias de aquel contraste, se van notando de a pocos, a lo largo de la noche. Pero esas diferencias no nos permiten irnos triunfadores, sino todo lo contrario. 
Nosotros somos el cuadro que no parece entender el discurso del técnico, y somos nosotros el equipo que se desordena después de los primeros veinte minutos, también somos nosotros quienes recién parecemos conocer a nuestro nuevo entrenador o tal vez recién desconocemos al viejo técnico. 
En conclusión, nosotros somos el cuadro que debuta en primera con nueva guía. ¿No es así acaso? Pues eso es lo que parece. Y eso es a lo que jugamos. 

El equipo de la “U” comienza el partido con los bríos del local y es en una jugada mezcla de técnica y de suerte, la que nos pone adelante. 
Luego ocurre lo que siempre viene sucediendo en el campeonato; ya sea reacción natural producto de la inexperiencia u orden del banco, Universitario empieza a retroceder y a ceder la iniciativa al contrario. Una y otra vez, llegan los ataques del rival, hasta que uno solo de esos avances logra el empate en el marcador. 
Y es entonces, luego de este empate, que el equipo de la “U” vuelve a la carga y vuelve a mostrarse muy dominador de su contrario. ¿Qué es esto entonces? ¿Dónde se fue la inexperiencia? ¿No podemos defender un triunfo, pero si podemos ir a la carga para romper el empate? ¿A los jugadores de la “U” se les ocurre esto? ¿O todo ello viene del técnico? 

Son demasiadas las preguntas cuando son muchos los cuestionamientos. Pero hay algo muy real, el partido aunque termina igual en la primera mitad, se termina de perder allí. Nunca más, durante el resto del partido tenemos una iniciativa clara y que nos permita ponernos delante en el marcador. 
El contrario en la segunda mitad nos espera en su cancha y desde el inicio de aquella nos muestra lo que va a hacer. Pero, ¿hay reacción de nuestra banca ante la evidencia? No, uno y otro contragolpe tocan a nuestra puerta y el técnico no hace nada. Se ve venir desde lejos lo que finalmente llega y nuestro entrenador derrumbado, mucho antes que el equipo, no hace nada de significancia más que seguir tumbado. Y llega el tercero de contragolpe. Y es como si nada, en nuestro lado. 

 Entre los jugadores se canta menos y menos a la salida de los vestuarios y se ven más y más los reproches entre uno y otro en el campo. La alegría de debutar en Universitario de Deportes se ha perdido, y la garra ya no se usa como antes. Alguien se olvidó de romper el vidrio y utilizarla siquiera en caso de emergencia. Y es que olvidan muchas lecciones y enseñanzas aprendidas en el vestuario, pero no solo en el actual vestuario, sino en los de anteriores décadas. Alguien se olvida por ejemplo, de lo que fue como jugador. 
Al Del Solar entrenador le daría lo mismo tener un Chemo jugador en su equipo. Tal vez de lo nublado que está, ni lo tomaría en cuenta. Y lo más importante de todo, el Chemo jugador no se quedaría callado ante el remedo de técnico que es el Del Solar entrenador. Por eso y a pesar de todo lo que ha ocurrido, le pedimos al primero y no al segundo, que dé la cara luego de los partidos. Y al menos sea él, el que se ponga el equipo al hombro. Alguien alguna vez preguntó la diferencia entre un Chemo jugador y un Del Solar técnico. Y la respuesta fue el silencio. Porque era tan obvia la respuesta que no necesitaba ser contestada. Porque era tan grande aquella diferencia, como acostarse un día siendo “Chemo” y levantarte siendo Del Solar. 

 Tal vez la redención que necesitaba Del Solar nunca tuvo que ver con salir campeón, sino con la de renunciar con decoro. Sino el de renunciar por honor. Porque cuando se quiere a algo como se quiere a la “U”, importa poco el interés personal. 
Del Solar tiene una segunda oportunidad para demostrar su amor y esta vez no fallar en hacerlo. Tenemos seguridad que Chemo jugador no dudaría en dar un paso al costado, pero dudamos que Del Solar técnico actúe de la misma forma y consecuencia. 
Universitario de Deportes, necesita a su gente entonces, porque lo que se viene y lo que resta, va a ser la mayor prueba como hinchada desde nuestros inicios. A pesar de que el técnico no se decante por su necesaria renuncia, no abandonemos nosotros nunca. A pesar de que el técnico se decida por ser cada vez más Del Solar y cada vez menos Chemo, no dejemos nunca nosotros de ser menos hinchas. 
La “U” no necesita que la engañen o traicionen, sino que la amen a tiempo completo. La “U” necesita nuestro amor, darle menos sería engañarla y finalmente engañarnos.
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miércoles, 2 de mayo de 2012

El santo se quita la máscara

Mi enfado pueden ser tranquilamente dos enfados. Pueden tranquilamente ser como dos calles o avenidas que corren paralelas. Totalmente diferenciadas y únicas, totalmente razonadas y con suficientes razones para ser únicas y ser de nuevo avenidas, otro día distinto. 
Mi enfado pueden ser dos ríos que van uno al lado de otro, y a pesar de ir corriendo ambos tan cerca, van ambos a lugares distintos. Uno va al mar, el otro quién sabe dónde llega y termina. 

Sí, fui al estadio. Vi el partido que todos vieron. Vi como la “U” domina el encuentro no hasta el final del mismo, no hasta el final de su primera mitad, sino hasta que mete el primer gol del match. 
Un encuentro totalmente sometido por nuestra gente es luego regalado al rival. Entregada en bandeja la iniciativa, es seguro que la iniciativa cedida sea la causa por la que nos ganen el partido. 
¿Equipo joven? Sí ¿Equipo inexperto? Sí. Pero es casi seguro que esa sea la excusa fácil que ya necesita variar un poco. El año pasado tuvimos un equipo totalmente distinto y así también se jugaba. ¿Equipo joven? No. ¿Equipo inexperto? Tampoco. 

Hay una razón por la que nos ganan el partido de ayer. Y es más poderosa que la juventud e inexperiencia del equipo. Es más poderosa que aquella, porque al volver del descanso, no se cambia el libreto. Y es más probada que otras, porque se va repitiendo continuamente en la cabeza del entrenador. 
¿Existe razón por la que no se pueda ganar en provincias? ¿Existe alguna lógica en ello? No, como tampoco existe razón plena y suficiente para regalar el partido de ayer al rival. Mucho antes de la lesión de Toñito, el partido ya se había dado al enemigo. Mucho antes de la lesión de Rainer en el calentamiento, existía la posibilidad (seguridad) desde el banco de la “U” de retroceder las líneas en caso de abrir el marcador. 

La culpa de la derrota de ayer es del técnico de la “U”. Es orden expresa de él, jugar como se jugó ayer luego de nuestro gol. Es eso o no tiene don de mando. Es eso o su gente no le escucha lo que les dice en el entretiempo. Es eso o los partidos en provincia son una terrible casualidad. Es eso entonces. 
Por más razones o disculpas que se puedan llegar a tener a su favor, se hace evidente el decir, que si le entregas el balón al rival, algo malo te puede suceder. Y si el otro es más experto aún que uno, es que estás pidiendo que cosas malas te sucedan. 
Lo que el rival no tuvo hasta antes de nuestro gol, lo tuvo doble después de él. Y eso es obra de nuestro banquillo, no del contrario. 

Mi enfado, pueden ser tranquilamente dos enfados. Ser conjuntos distintos que nunca se intersecan. El transcurrir del partido y cómo acaba el mismo, son dos cosas distintas. 
Las culpas del transcurso del partido, son del entrenador y de sus jugadores. El como acaba el encuentro, es culpa de los nuestros por pisar el palito del enemigo. Digo enemigo y no rival, porque el equipo albo es eso. Enemigo. 
Un enemigo que cree que con la plata lo puede comprar todo. Y lo cree, porque lo hizo así desde un inicio. Compra su categoría entonces para ingresar al fútbol profesional. 
Un enemigo que se esconde en los vestuarios al final del campeonato del 2007, luego de ser derrotado por la “U” y apabullado por nuestra misma tribuna. Aquel que escupe ayer a Ximenes, también escupía su rabia ante cámaras en ese partido del 2007. Aquel que se daba de santo, nunca tuvo nada de santo para los que saben de fútbol. 
¿Acaso no es este el mismo equipo que esconde groseramente los balones en el Callao, en el clausura del 2008, para no seguir jugando el partido? 
¿Acaso no es este el mismo equipo que pierde extrañamente sus partidos de local ese mismo año? Dicen las malas lenguas para evitar que otro (Universitario de Deportes) llegue a estar entre los siete primeros y así pueda aquel mismo disputarle el título nacional. 
¿No es este el mismo equipo que pedía la baja de los equipos deudores y luego pateaba el tablero y se iba? ¿Y luego también volvía? ¿Es esto tener historia? ¿O tener “una historia”? ¿Es esto una mala historia para telenovela? 

La “U” pierde el partido ayer por nuestros propios errores. El rival, el enemigo, ya perdió su partido hace mucho con la historia. Tal vez su “historia”, toda ella, se resuma en el escupitajo que su jugador emblema lanza ayer.
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domingo, 22 de abril de 2012

Mucha Diferencia

La “U” vence dos a uno. Pero no vence a las justas. No triunfa debido a su buena estrella o a los errores del contrario. Si bien la diferencia termina siendo de un gol, no vence al rival por una “mínima diferencia”. Universitario de Deportes se impone claramente en el Monumental, aunque el marcador pueda engañar a los que no vinieron a ver el partido. 

La “U” gana desde el saque, a pesar de que el primer gol se dé al finalizar el primer tiempo. Triunfa, al parar un plantel joven, que lo único que va a hacer desde ahora es entenderse mejor, relacionarse mejor y jugar mejor al fútbol. 
El equipo crema que arranca, es casi el mismo conjunto que juega el clásico. Es más joven aún, pero es el mismo en la actitud de ir hacia el frente. 
A Universitario de Deportes no le van a cambiar su modo de ser, su manera de desenvolverse o su carácter forjado desde hace tanto tiempo. Los jóvenes que hoy juegan, juegan sabiendo que hay caminos trazados que los han de poner al frente del rival que huye o se esconde. 
Las letras con que los jóvenes escriben su historia no son muy claras aún, pero son letras grandes, son letras mayúsculas y van en tan correcto orden, que es imposible quitarse la sonrisa de la cara, a pesar de que fallen un pase o se excedan en un lujo. 

La “U” tuvo el balón durante el partido y también las mejores oportunidades. Atacó con ambas manos y pegó cuando debía de pegar. Ni un momento antes, ni un momento después. 
El rival se vio sorprendido en los goles, sí, pero sobre todo se vio superado en el transcurrir del partido. 
Esa primera línea de volantes de Universitario de Deportes es la que le da el soporte justo al resto del equipo. El equilibrio depende de Rainer y Toñito, y sobre ellos descansa todo el peso del resto de jugadores. Si fallaran ellos, las cosas serían terriblemente difíciles. Si estuvieran bien, como lo estuvieron hoy, las jugadas fluirían naturalmente y necesitarían solamente el talento distinto de los jugadores claves para marcar la diferencia. 

Universitario de Deportes tiene esos jugadores. Esos jugadores distintos que pueden encarar, recibir falta tras falta, y seguir persistiendo. Futbolistas que la jugada difícil la tienen resuelta en la cabeza un segundo antes que el resto de personas. Ese segundo es suficiente para ponerlos adelante, para ponerlos primeros con respecto al resto. 
Edison Flores es ese tipo de jugador. Pero sobre todo es ese tipo de jugador para la “U”. Porque aúna en uno solo, la inteligencia y el talento, pero no se ve perdido en el chiche excesivo. Porque aúna en uno solo la resolución y la valentía de llevarla a cabo. Y una vez que sabe lo que tiene que hacer, lo hace, sin correrle a las patadas. 
Hoy utiliza los pies y la cabeza, y la cabeza con los pies para darle el triunfo al equipo crema. 
Primero al final y finalmente al comienzo. A punto de terminar el primer tiempo, y al comienzo de la última parte. Resolviendo él mismo con cabeza para el primer el gol, y sirviendo al compañero con las piernas en el segundo. 

La “U” gana entonces. Con la estructura armada en sus andamios del centro y con el talento de los pintores para hacer lo que se espera de ellos. Hoy pintó Flores, mañana podría pintar Polo, y la siguiente semana Ampuero o algún otro. Y los nombres seguirían surgiendo, y tantos, como para ponernos una sonrisa en la cara, semana tras semana. 
La próxima fecha es en el Cusco y es imposible no borrarse una mueca feliz con lo que todo esperamos y prevemos de este plantel. Pisemos tierra entonces, pero también tengamos fe. ¡Y Dale “U”!
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lunes, 16 de abril de 2012

Faltó Poco

En el tiempo que me toque vivir quiero poder recordar el partido que acabo de ver. Quiero poder recordar ese ir en el auto por la avenida Arequipa. Ese bajarse a unas cuantas cuadras del Estadio Nacional, porque la aglomeración es demasiada para seguir en la pista. Pareciera que toda Lima acudiera a verte. Amigos que son compañía y enemigos que son “anti”, mucho antes que ser “pro” algo. Dejemos también que los segundos recuerden el partido y que tengan memoria de cómo lo terminaron.

En ese tiempo que me toque vivir, quiero poder sentir esa sensación que se tiene cuando te vas acercando al Nacional. Esa reacción primaria en las piernas, que dudan entre solo sostenerte o empezar a correr por su cuenta hasta las hileras de gente.
Quiero poseer esa sensación de contar con distintas tallas mientras se camina. Grande, pequeño y gigante. Las piernas parecen elásticos o fideos que se estiran y encogen porque no solo soportan todo el peso de tu cuerpo, sino también, todo el peso de tu corazón.

Todo lo antiguo cambia. Eso dicen. Pero detrás de ese maquillaje puesto al Nacional, aquel sigue conservando su alma crema. Detrás de todos esos fierros nuevos, esas tribunas siguen soportando un hogar. Un hogar donde nosotros somos los jefes y donde también llevamos el alimento a la mesa.
El clásico a diferencia de otros partidos se basa en el diálogo más que en la narración. Nadie puede contarte aquel partido con entera fidelidad, porque al hacerlo solo se separaría una pequeña parte de toda la carne que allí se cuece. Pero lo intentamos.
Son diálogos también, porque los actores en las tribunas van respondiendo y contestando al contrario, según la anterior línea propuesta por aquel.
Hay rivalidad suficiente en este partido, como para hacer que el absurdo campeonato peruano tenga sentido. Tenga todo el mejor sentido. Minimizar este enfrentamiento, es mostrarse como un perfecto ignorante del fútbol. En cualquier nivel. Porque esto es fútbol. Esto es verdadero.

Los contrarios comienzan mejor el duelo en la cancha. Mientras ellos abren el campo de juego con sus ataques, nosotros nos vamos asentando un poco mejor con el correr de los minutos.
Este día somos un motor que empieza frio. Pero que nunca se detiene. Sino que va calentando y llevando de a pocos, el peligro al arco de enfrente.
El mejor en la cancha es Rainer Torres, que multiplicado en su ir y venir, corrige errores de sus compañeros, y a los mismos camaradas, los comienza a reunir alrededor suyo.
El gol contrario los encuentra con el suficiente engranaje para devolver el golpe. Con fallas, errores y defectos a cuestas, el joven equipo de Universitario de Deportes avanza en el primer tiempo y luego, en la segunda mitad, contra la defensa desesperada que el equipo rival intenta.
Tal vez este sea el equipo más joven que la “U” alguna vez haya presentado en un clásico. Pero esa juventud valiente es la que sofoca al de enfrente en su lado del terreno.
El contrario tuvo dominio en la primera mitad, la “U” tuvo mucho más que dominio en la segunda. Al rival lo ahoga sin misericordia en su propia área.

Tener al enemigo contra las cuerdas y no poderle ganar. Tener a alguien acorralado, bien sujeto y rematado, y aún así, perder el partido. El fútbol no es como el box. Es el gol lo único que importa. Ganar por puntos no es una opción posible. No existen los jueces de fuera que te den la victoria de esa manera.
Todos ven que el rival está hecho puré y rendido, pero nadie puntúa ello. Nadie nos da puntos porque aquel esté a nuestra merced y pidiendo la hora. Nadie.
Un equipo joven de Universitario de Deportes que te permite soñar con lo querible, más que con lo posible. Le pones un techo muy alto a su juventud. Pero luego te das cuenta que el contrario es verdaderamente nada. Y entonces tienes que aguantarte esos sueños, y pedir trabajo al entrenador, y más trabajo.

No podemos quedarnos con la anécdota del penal no cobrado a Ximenes. Y los “offsides” en contra nuestra, que sí se cobran. Tenemos que ir más allá. Debemos ganar estos partidos a pesar del arbitraje, porque muchas veces lo hemos hecho así. Entonces si se ha hecho antes, es posible lograrlo de nuevo y realizarlo siempre.
La guerra no termina con esto. Esto ha sido una batalla nomás. Ya vendrá el match de vuelta, y el equipo habrá cuajado lo suficiente para que aquel partido a venir sea verdaderamente una revancha.
¡Qué pongan al mismo juez de línea en occidente! y ¡Qué intente robarnos otro penal!
Igual, con todo y su juez asistente, los guerreamos en la vuelta.


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lunes, 2 de abril de 2012

Mucho más que seguidores

Un equipo que es acompañado por tanta gente no puede contar con una sola historia. No puede tener una sola manera de contar aquella. Un equipo que se levanta, aunque siempre haya estado de pie. Que avanza, aunque no sume siempre en la tabla. Y que está siempre, aunque no tenga las mismas caras y hombres en sus filas, no puede ser simple de explicar. Y sin embargo, lo explicamos. Lo decimos todo cuando sonreímos al verlo salir a la cancha. En una fracción pequeñísima de tiempo lo hemos narrado todo para nosotros. Como si aquella sonrisa, es decir, nuestra sonrisa; la tuya, la de aquel y la mía fueran iguales, significaran lo mismo. Alguien diría al vernos, al ver esta hinchada, que somos tantos ruidos distintos y una sola hermosa melodía.

La “U” es siempre grande, pero creo que se ve mejor cuando los seguidores se convierten en compañía. Cuando la hinchada, va lado a lado con el equipo.
Tres tribunas, pero miles de espectadores, miles de lados distintos por donde se le puede hacer compañía a un Club. No solamente seguirlo de lejos, sino estar a su lado. Ser su mejor pata el fin de semana.
Hoy la hinchada da la cara. Acude. El amor es el comienzo del boleto, o donde dice Universitario de Deportes, el amor es eso. Nada tiene que ver el rival en ello. Nada tiene que ver la “grandeza” o vileza del contrario. Allí donde dice la “U”, allí también dice amor. Allí existe la explicación de una sonrisa y el porqué se puede decir por ejemplo: “Te Amo la “U” y estoy aquí, porque solo tengo una vida para demostrarlo”.
¿Es por eso que estamos en la cancha? No, es más todavía que aquello. Cada segundo que pasa vamos sumando una necesidad más grande, un deseo más compacto de estar exactamente aquí, en este lugar, acompañando a nuestro Club.

La “U” es once y muchos más. La “U” es una voz. La “U” es una masa inmensa con un solo fin. Llevar ese balón que se encuentra en el centro hacia las redes del contrario. Es por eso del aliento en las tres tribunas y el soplido hacia un solo lado del campo.
Las ilusiones, las mejores ilusiones de los más pequeños vuelan en este ambiente generado por una hinchada entregada a su equipo. El canto de la barra va así y el primer tanto del equipo también va así. La felicidad es más feliz, relatando esto.
Desde el mismo centro del campo saca el contrario luego del gol de Universitario. Desde allí se busca volver a llevar el balón hacia el arco rival.

Hoy llevamos a la cancha números que significan guerra. Que significan no rendirse nunca. Hoy llevamos cifras que se enfrentan a las restas y terminarán dando siempre positivo. Hoy sumamos a ese número en la tabla, miles de cabezas, ejércitos.
La “U” se defiende entonces, la “U” lucha contra los contrarios de hoy y contra los dirigentes, que son más contrarios aún. No nos preocupamos, a los primeros les vamos a ganar casi siempre, y a los segundos, los vamos a golear. La gente se está dando cuenta del poder que tiene y de los cambios que se necesitan para reflotar a la institución.

Universitario de Deportes suma tres puntos porque no es posible perder con tal ejército respaldando sus acciones. Ximenes añade el primer tanto casi sin guiar la pelota. Solo basta empujarla un poco para desenrollar la cadena, hacer andar el tren sobre los rieles.
Luego del empate de Cobresol, la segunda estación parece lejos, pero la gente se dirige a ella con sus cantos y hacia allá dirige al equipo.
Importa mucho, lo mal que se juega la primera parte; pero lo importa todo, la buena actitud que tiene el equipo en la segunda mitad.
Tal vez porque un equipo joven como este, solo puede mejorar en su futuro. Tal vez porque un equipo sin tantas apariciones en primera, debe tener verdaderas presencias de primera, es que la “U” mejora en la segunda parte.

El segundo tiempo es diferente, pero empieza casi igual que lo último visto. La “U” lo suficientemente generosa para pecar también de desordenada, y lo suficientemente desordenada en su eterno mirar hacia adelante, para también hacer buenas migas con su gente.
Las oportunidades empiezan a ser tan continuas, que antes del segundo gol, la gente ya sabe a dónde va ir ese balón de Calcaterra; los rivales alrededor de él también conocen donde irá a clavarse la pelota del crema. El mismo Goyo Bernales dice “gol” antes de que lo patee el argentino, tal vez recordando su tanto a los cagones, el año ‘99.

Universitario de Deportes utiliza la sorpresa y el contragolpe de Polo para ampliar la diferencia en el marcador. Tanta es aquella, que el penal en contra, no significa mucho más que una anécdota.
La “U” gana el partido con dificultades y con un plantel que necesita creer lo suficiente en sí para poder mejorar. Hoy casi treinta mil personas demostraron cuanto lo quieren al Club. Ya creen en él y lo aman desde hace mucho. Son seguidores de aquel desde hace mucho también. Hoy, ya sin los nefastos dirigentes, los seguidores necesitan convertirse en acompañantes, en compañía celosa de su institución. Lado a lado con ella.
La “U” no merece menos que verdaderas multitudes en sus partidos. No merece menos que el amor de su hinchada. Y no merece menos que gente que se sienta igual a ella.
Universitario de Deportes no necesita más seguidores; lo que necesita, es una hinchada que sea compañía de ella, que esté a su lado siempre, durante todo el camino. La “U” te necesita a ti que me lees. El fin de semana jugamos en el Callao. Dale, ¿Y vamos? ¡Y vamos carajo! ¡Y dale “U”!


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domingo, 11 de marzo de 2012

Cantares de gesta en el Nacional

La tonada con que se le canta a la “U”, tendría que ser la misma de siempre. Y en el Nacional llega a ser la misma de siempre. Igual tal vez, a la de casi un milenio atrás. La misma que cantaron los primeros juglares y que entonó también el juglar original.
La misma tonada con la que se cantó la primera gesta importante. Porque casi siempre el canto de la hinchada es el presagio de lo que ya se sabe o se sospecha. Casi siempre es lo que ha de ocurrir en escena. Lo que el jugador de la “U” ha de representar en el escenario. Y la hinchada realiza estos presagios sin notarlos aún. Allí radica la pureza de su acto.

La hinchada de la “U” le canta a una tradición que prorrumpe en sus venas. Cuando el bombo manda el “Vamos cremas vamos”, es porque han visto el acto heroico repetirse en el futuro. Más que un deseo, entonan como hados lo que ha de suceder.
El hincha de la “U” entona todos los fines de semana cantares de gesta. Sus gestas.
Los de al frente, solo se dignan a creerse más que nosotros, y a gritar sus oles cuando falta tanto para que todo acabe. Berrean cuando solo les separa un gol. Berrean ingenuos el ole como las ovejas que son:

¡Oleeee! ¡Beeeee! ¡Beeee!

La “U” es distinta. Su gente es distinta. Su hinchada se dedica a cantar y a cantar, siguiendo la tradición heredada tantos años atrás. Llaman a aquello que vendrá y aparecerá. Invocan a aquello a lo que le podrás llamar como te dé la gana.
Porque ya sabes, a partir de ahora puedes llamarlo como te dé la gana. Porque sucede. Simplemente sucede. No falta. No escasea. Y encima, tiende a repetirse en el tiempo. Sí, se repite. Se repite como si nada. La garra se repite.

Puede ser que el ponerse esta camiseta tenga que ver con ello. Esa camiseta crema y no otra. Aquella camiseta permite que las cosas sucedan. Que las reacciones se den. Que esa variable que suma, sume de nuevo. Una magnitud a la cual tenemos que reunir de alguna forma. Explicarla de alguna forma. Traducirla en ese sudor que no seca, pero que ya va quemando. Como si fuera combustible. ¡Y qué combustible! Tal vez el suficiente de aquel para echar a andar un país. Tu país.

El viejo en la tribuna de oriente lo sabe así. Sí, ese viejo señor que está ya hecho un músculo agarrotado, que no se deshincha. Que no sabe deshincharse y solo sabe ser hincha. Más hincha. Y grita. Y canta. Enfurecido, pero canta.
Como si su voz proviniera desde el fondo del lecho de un río costeño en verano. Con las piedras sonando y chocando, haciéndose añicos. Esa es su voz en el canto. Enfurecida. Pura. Rompiendo el cerco de miradas de gente sorprendida a su alrededor. Y pasando al otro lado. Caminado un trecho lunar y volviendo de allí. Y canta. Sobre todo canta. No sabe bien la canción, pero necesita cantarla. Hoy necesita cantarla. Porque el alma se le sale por la boca. Y ya es demasiada la humanidad que tiene encima. Lo siguiente sería llorar ante tanta humanidad. Ante el ejemplo del viejo, que canta a su equipo, a su Club. A ese gran amor que le tiene. Y que va chocando entre tanta gente.

Y entonces que llega el gol del empate. Un ir encima del rival. Un no dejarse vencer. Un pase de Rainer Torres hacia el recién ingresado y debutante Chirinos. Y Chirinos que se saca a su marcador y de media vuelta vence el arco contrario.
¿El viejo dónde está? Y el viejo de tribuna oriente que ya no está. Ahora estamos todos nosotros gritando, abrazando, insultando y alabando nuestra suerte. Sacando tanta humanidad encima.
Y el viejo que ya no está allí. Que se ha bajado por las gradas gritando. Gritando. Amando a la “U” y teniendo solo una vida para demostrarlo. Una vida. Y aprovechándola. Aprovechándola con todo. Estrujando su camiseta y llorando como un niño por lo que acaba de ver. Por lo que hemos visto todos. Por esta garra que se niega a ir. A pesar de todo. A pesar de los dirigentes. Cerrando los ojos y viéndolo todo. Todo. Y cantando también. He aquí entonces, el dueño de su mundo. He aquí, un hincha de la “U”.


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