martes, 9 de agosto de 2011

Feliz 87

De todos mis familiares directos que quedan con vida, tú eres el de más edad. El que tiene más vivencias y experiencias. Todos los míos que sucedieron, descansan con sus recuerdos y en mis recuerdos.
Tú también descansas en mis recuerdos, pero vives. Ellos también viven, pero ya duermen para siempre. No despiertan ya y ya no los despierto. Déjame decirte que yo también sueño cuando te veo jugar. Y ya no logro recobrarme. No logro hacerlo.

Ayer ganaste otra vez. Te malacostumbraste a ello. Desde el principio lo quisiste así. Lo deseaste de esa forma. ¿Te acuerdas del 7 a 1 al José Olaya?...era el primer partido de campeonato.
Dime, ¿Qué será de todos esos clubes que alguna vez enfrentaste y ya no existen? ¿Los extrañas?; de seguro extrañas aquellas camisetas raras del Mariscal Sucre o el nombre de aquel otro equipo, de aquella otra época, ¿cómo era?...sí, claro, el Atlético Frigorífico en el año 31; también le ganaste. Mira que malacostumbrado estabas.

Debutaste en primera el año 28 y al año siguiente ya habías dado la vuelta. ¿Cómo hiciste para no marearte con tan temprano éxito?
Claro, eran otros tiempos. Otras responsabilidades. Había que hacer el club desde abajo. Nunca desde la nada, sino desde abajo. Tú ya esperabas. Desde aquella aparición del hombre por estas tierras hace miles de años, ya aguardabas. Sentías esa necesidad de acompañarlo cuando pintó por primera vez esa cueva. ¿Te acuerdas de qué color la pintó? De crema, ¿no?
Y cuando se le fue un día de sus manos su gran inventiva y prodigó los valles con tantas distintas semillas, no lo abandonaste. Repiqueteaste. Y no dejaste de hacerlo cuando su voz rebotaba contra los andenes hasta subir la cima. Muchos años después, sus descendientes bajarían las gradas y otros andenes de tribuna norte en el Estadio Nacional para celebrar el 2-1 contra el DIM. Bajarían con muchos colores y uno solo, para abrazarse y abrazarlo al primer hombre de todos, que esperaba allá abajo, en las mallas del alambrado.

Son tantos recuerdos, tal vez también te acuerdes de otras anécdotas. Si no, yo también te podría contar algunas de mis preferidas. Hacer triste o alegre el relato, melancólico de seguro, porque han sido tantas las vivencias juntos. Prefiero ir hasta el inicio entonces. Ir hasta aquella vez en que mi hermano buscando entre las cajas de la mudanza, sacó aquel viejo poster de un equipo de la “U” (seguramente del año anterior) para decorar el ropero de la habitación.
Tal vez recuerdes que vivíamos en Pisco y que era el año 82. Si lo haces, de seguro te acordarás que ese es el primer recuerdo fijo que tengo de ti, y puedas también entonces repetir las palabras de mi hermano si de veras quieres esforzarte. ¿Te acuerdas? Aquel nunca me habló del campeonato nacional, sino de la Copa Libertadores. Solo de ella.

Luego los partidos muy cerca a la playa, una pista nos separaba del mar. Todos los chicos de la villa nos creíamos jugadores de la selección nacional. Eran tiempos de mucho orgullo. Partidos eternos y casi heroicos que duraban hasta el anochecer. Encuentros interrumpidos por el panadero de siempre, que traía el pan y que a veces comprábamos con las monedas enormes de 50 y 100 soles. El pan que se pegaba al paladar seco, pero que igual agradecíamos.
Recuerdo su radio prendida sobre el triciclo blanco y mi hermano siempre preguntando como habías quedado. Y la “U”, o sea tú, que habías ganado.
Dos a cero contra el ADT de Tarma. Fue la primera vez que sentí felicidad o que recuerdo haberla sentido contigo. Ya era hincha tuyo. Lo era y lo soy.
Muchas gracias por estos 87 años, Universitario de Deportes. Muchas gracias por el recuerdo y por tu juventud.


Safe Creative #1108109831927

No hay comentarios:

Publicar un comentario