domingo, 30 de octubre de 2011

El Traidor

Tal vez las grandes historias son eso. Y necesitan de eso. Requieren de tener un héroe y un villano. O de tener varios de aquellos. De tener también un traidor.
Sabemos entonces que las grandes historias no solo se conforman con reunir grandes cantidades de sacrificio y de heroísmo entre sus protagonistas, sino que también en sus sombras, debe morar el cobarde que se junte y arrejunte sin que tengamos verdadera noción de ello, hasta ya ser muy tarde.
Tal vez por cada Bolognesi existe un Agustín Belaúnde. Por cada Leónidas existe un Efialtes. Por cada Mario de las Casas o Rafael Quirós existe un Julio Pacheco.

Tal vez se necesita de solo un cobarde y traidor para arruinar el esfuerzo de cientos y de miles.
Es más fácil destruir que construir. Pero hacerlo hasta los cimientos, llevar a cabo un trabajo de hormiga, de terca hormiga, derrumbar una grandiosa historia necesita de un tiempo precioso e imposible, como también de mucho talento y suerte.
Un período de tiempo que no le ha de alcanzar a Julio Pacheco, eso claro, si es que hacemos algo y no permitimos que le alcance.

En el Cusco, el traidor abandona a su suerte a los más jóvenes entre los jóvenes, a la última línea y se les obliga a ser la retaguardia que defienda a toda una nación.
Roncesvalles, Termópilas y Corpahuaico se encuentran entre la historia y la leyenda. El partido de hoy, en su justa medida, también debería estar allí. Entre esa rara frontera que engrandece al hombre bueno y convierte en más malo al traidor. En nuestro peor enemigo.
No bastaba con humillar a sus jugadores y dejarles sin paga. Había también que apostar irresponsablemente con aquello que no se puede transformar en moneda y que se llama orgullo. Al traidor no le bastaba con dilapidar nuestra economía, sino que había que intentar manchar nuestra camiseta. Tal vez intentar que los jóvenes cansados por el trajín se abandonaran y rindieran nuestro emblema. Tal vez apostar que su inexperiencia les hiciera cometer un autogol dentro de sus cabezas. Todo eso deseaba el pequeño traidor.

Es así, que hoy entre la 24 de Junio, Huayruru Pata y la Ramón Castilla se presenta a jugar dos veces seguidas un mismo equipo. Es así, que hoy a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, un grupo de jugadores comete la “irresponsabilidad” de batallar por tres horas en una altitud que no es la suya, pero a una altura, talla y nivel que no se han visto por aquí. Claro que pierden. Aquí no contamos fábulas, ni mentiras. Aquí, en este lado del mundo, no suceden los milagros. Solo existen y subsisten el heroísmo, la bonhomía y la dignidad. Hay hombría de sobra en los muchachos de la “U”. Humanidad señores. Esto es humanidad.
No hay camisetas manchadas en el Cusco. Ninguna de ellas se hace expulsar o reniega de su historia fingiendo una lesión. Ni una sola abandona al resto. Ni una sola.

Son los de afuera los que nos traicionan. Son el Presidente y su círculo los que buscan con su incapacidad manifiesta y manifiesta imbecilidad, devorar lo que aún queda de bueno entre nosotros. Se han aprendido un discurso, se lo saben de memoria. Y lo repiten. Claro que lo repiten. ¡Y cómo lo repiten! Pero no se lo aprenden. No.

Pues intentar memorizar a Universitario de Deportes, porque ya no se le entiende y porque tal vez nunca de verás se le entendió o se le sintió, lleva a cometer esos errores de juicio. Pacheco se equivocó con respecto a la “U”, se equivocó con respecto a los más jóvenes, siempre lo hizo.
Hoy el equipo de reserva de la “U”, esos jóvenes, esos cuantos y grandiosos jóvenes que también conforman Universitario de Deportes, le dieron una lección. La primera de todas ellas, la que es imposible olvidar si de veras eres hincha de esta camiseta. La “U” no arría bandera y no se entrega, Sr. Pacheco. Podemos caer goleados, pero siempre lo haremos de pie. De pie.
De pie entonces, para defender a nuestra camiseta y para defenderla de los corruptos y de los personajes que la ensucian. No dejemos que los traidores ganen en esta historia; que es complicada, que es difícil, pero que sobre todo, es una grandiosa y hermosa historia. Y DALE “U”.


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