miércoles, 29 de diciembre de 2010

La Frontera (18 de Agosto 2008)

No hay frontera a las seis en un invierno. Alguien se olvidó de dibujarla, de palparla por si acaso. Alguien se olvidó de separar su gran mercado de voces. No hay frontera a las seis en invierno. Ni siquiera en Tacna señor. Ni siquiera en Tacna. Esta hora le pertenece tanto a la tarde como a la noche. Esta hora le pertenece tanto a la “U” como al Bolognesi. ¿O serán Bolognesi y la “U”?

Ambos equipos se confunden como las seis en un invierno; tratando de avasallar con empuje y violencia a su rival y a sus propios fantasmas.
Allí están los cremas tan necesitados de usar sus armas, de encontrar siquiera una frontera real o imaginaria, de marcar un límite, de sentir que este equipo tuvo un antes y un después y que el después lo puede encontrar en Tacna.
Pero el primer tiempo es confuso, muy confuso, como una batalla a oscuras o en medio de la camanchaca; y aquel primer tiempo termina sin saber unirse al esfuerzo personal, el juego en conjunto; sin saberse distinguir a los viejos compañeros en los uniformes de siempre.

La lluvia de Lima en cambio parece tan matemática, tan ceñida a su línea sin exageraciones, tan prudente, que muchos no dudan en llamarla llovizna.
Bueno pues, sólo hay que introducirnos en esa llovizna limeña para saber que ocurriría en el camarín crema del entretiempo. El libreto matemático mantenido aún en circunstancias extraordinarias. El clavo chueco que no se saca, sino que se martilla cuidadosamente confiando en enderezarlo con cada nuevo golpe. Ese es el pensamiento de Gareca en la cancha. El apostar a la misma carta siempre, aunque otras cartas sean las más altas.
Nada debe tomarse como una sorpresa y nada debe permitir el abuso de la circunstancia. El pensamiento de Gareca es como la lluvia de Lima; o mejor dicho, como la llovizna de Lima. Siempre ceñido a su línea. Donde ningún cambio es violento. Donde la lluvia no cae, sino se posa.

El segundo tiempo del Basadre encuentra a un equipo crema más decidido. A un equipo crema saliendo del nido hacia el mundo. Saliendo con mil piezas de rompecabezas entre las manos pequeñas. Siempre fallando en unir sus bordes. Pero intentando, siempre intentando. Donny es el que se agencia de más piezas y es el que arruina más posibilidades. Piezas en el tacho, piezas en la mesa, “piezasunidas” a la fuerza. La “U” hasta aquí es 100% esfuerzo y 100% error.

Gareca: sin preocupaciones; o divide aquellas en tres. Por ejemplo, en los tres cambios que planea para hoy. En los tres cambios que planea siempre. Hasta la preocupación es una variable que no debe salirse de la línea, que no puede sortear la planificación cuidadosa en el pensamiento del tigre.
Ramírez es uno de los que entra y acierta en unir dos piezas del gran juego. Sólo dos. La pelota y la red.
La “U” merece el triunfo por haber intentado mil combinaciones y haber acertado sólo en dos. La “U” merece el triunfo por la actitud asumida en el segundo tiempo: cualquier cancha, es nuestra cancha.
No hay frontera en el segundo tiempo, no porque sea algo confuso, no porque haya oscuridad en el planteamiento. No, no hay frontera en Tacna, porque toda la cancha le pertenece ya a la “U”. Araujo y Galván se turnan para empujar; hasta Fernández es rápido a la hora de sacar. La “U” se hace dueño de las acciones y Bolognesi se resigna en hacer tiempo.
La “U” gana porque se decidió a cruzar la frontera, porque decidió que Tacna en invierno y a partir de las 6 también le pertenece.


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