miércoles, 29 de diciembre de 2010

La luz: Casi, casi como la locura (lunes 5 de abril de 2010)

La luz lo exagera todo. Entrega tamaño y magnitud a quienquiera y a quien no quiera. Le da volumen al cuerpo, y sombra también.
Cualquier luz aumenta al nacido en ella, al alumbrado en ella; ya sea la luz del sol o la luz en el poste; incluso esa luz de linterna que refunfuñando se usa en un apagón, puede enriquecer la escena que sería común en otra circunstancia.
Este sábado, las torres de luz en el estadio de Matute no hicieron nada de ello. Más bien escondieron a los equipos, opacándolos y apagándolos de a pocos.
Universitario de Deportes intentó más, en igualdad de condiciones y en superioridad de ellas. Pero no obtuvo el canje que esperaba y necesitaba. La “U” mejor que su rival siempre, aunque falto de concreción. Dos ceros en el marcador, el cero de los cremas que queda en costra y el otro en herida. El equipo merengue mejora, pero aún le restan unas cuantas semanas para volver con la piel sana a la cancha.

La luz lo descubre todo. Lo suma todo a su cuenta. Muertes y vidas se levantan cuando el calor remueve de la tierra lo acumulado en horas y días pasados. Los restos de hombres y animales dan forma a los alrededores de Matute. Si todo esto no le da nombre al estadio, siquiera le da la chapa.
Basura y escombro antes de la guerra. Una cola zigzaguea los residuos que cubren pistas y veredas por igual. El distrito de La Victoria muestra su lado más descuidado en Matute; como si este lado de la comuna ya no pudiera más y la misma victoria se diera por vencida antes de morir.
La única fila siendo revisada, y sobretodo registrada por la benemérita. Revisión de antecedentes y filmación de los asistentes. Al jefe de la policía lo filman y ahora el ordena la filmación de todos. Sonrían para la cámara. No hay vergüenza en nuestras caras. La sutil diferencia entre el ser grabado siendo infiel, y el ser registrado en cinta yendo a ver a nuestro amor. Sonreímos.

Otra luz lo hace funcionar todo. Hasta las personas que con sus parlantes esperan apretar nuestros botones de lejos, a control remoto. La guerra psicológica no funciona para tratar la locura. No se obtienen buenos resultados con ella. Se pierden recursos y esfuerzo ubicando unos parlantes en contra de Norte. Y la gente de la popular crema está en mejor forma al comenzar el partido y continúa así a pesar del gol anulado y el penal no cobrado.
Sobre Rainer y el Toño descansa el peso de la máquina, como si el motor estuviera en el medio, y no atrás, ni adelante. Ellos dejan fluir el agua, pero no la dejan retornar. Son los que se sacrifican y terminan por sacrificar a los contrarios ante sus Dioses para que llueva en el campo desierto del fútbol nacional. Y cuando no hay trabajo en la campaña van a la frontera como el servicio de migraciones que impide la llegada del extranjero y la salida de la pelota del campo de juego sin ser bien jugada.
Ayer estuve en Matute y como pueden leer ahora, la guerra psicológica no funciona para tratar la locura. Uno no se echa para atrás para contarlo y cantarlo todo. Para contar la locura por la “U”.

La luz ensombrece todo lo que no alumbra. Lo que queda fuera del margen, queda estacionado en sombras. Acaba el partido y la salida del estadio transcurre por calles hechas jirones y escombros. Una masa enorme de personas fluye del cuerpo como una vena que se abrió y ya no parará de sangrar. La “U” entrega con esta gente que le acompaña, una vida que podría aliviar a la ciudad gris. Una ciudad que ya no necesitará resucitar un domingo, porque no ha de morir. La sangre caliente de esta hinchada que fluye por todas sus venas, la ha salvado hoy y la salvará este martes.


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