miércoles, 29 de diciembre de 2010

Copa Libertadores: Octavos (II) (miércoles 5 de mayo de 2010)

Los invictos también son eliminados. Pero ya no en los noventa, sino mucho más allá. En la visita a la serie de penales, allí caen los hombres libres. No importa cuanto hayan practicado, las prisiones son experiencias muy amargas para aquellos que vivieron en libertad.
El cuadro de Reynoso apuesta por acudir a los doce pasos. A jugar detenido. A rifar su suerte muy cerca de los guardias y del árbitro.
La “U” que mal que bien, había planteado siempre el juego que más le convenía. El juego que lo había hecho libre, esta vez optaba por pasar una temporada enmarrocado. Universitario busca momentos en lugar de largos tiempos. Aquellos largos tiempos de 90 minutos que tanto le habían resultado para seguir avanzando.
La “U” busca esta vez los momentos que son una ruleta y pueden ir para cualquiera. Eso hay que entenderlo. Porque cinco minutos de diferencia y Ceni no habría fallado ese penal que falla, y cinco minutos más tarde Galván habría metido aquel otro tiro.
El pecado de los cremas fue encerrarse en una prisión sin haber hecho nada malo. Sin haber cometido delito. Primero vino la condena para ellos y luego el pecado. Universitario de Deportes cae derrotado estando invicto en la competencia. En la competencia de los noventa.

A Reynoso no se le puede reprochar de nada más que de mantener su palabra. Quería ir a penales y terminó yendo para allá. Un hombre de pocas palabras, pero de palabras con significado. Reynoso le entrega su personalidad a este cuadro, que también resulta algo parco y de pocas frases. Fue suficiente apretar los dientes en el campo de juego; en los penales se necesitaba algo más. Cabeza fría. La cabeza de un ejecutor, de un verdugo de prisión y no de un prisionero. De un verdugo con más años en prisión que todos los presos. Y eran hombres libres que quisieron ir a penales. Y los dejamos ir para allá tan contentos. Ese fue el gran error de este buen equipo. El tratar de definirse en tan poco espacio. En tanto encierro. El intentar encerrar una muy buena campaña en cinco disparos.
Nada tiene que ver un tiro penal con jugar fútbol y a su vez tiene todo que ver con patear una pelota. Nada tiene que ver la soledad en doce pasos con un equipo corriendo el mediocampo. Y sin embargo actúan los mismos hombres en ambas.
El penal es un bastardo que perdió el cordón umbilical hace mucho tiempo y no le importó hacerlo. No hay comunicación con el otro mundo del fútbol. Es el hijo que anda en prisión, ¡qué se muera!, dirá la madre y diremos todos después de lo de ayer.

La “U” está invicta, pero pierde su clasificación en el Morumbí. La pierde luego de guerrear sin cuartel contra los Bandeirantes, está vez los peruanos no permitieron ningún tanto en contra, ni cedieron ningún terreno ni centímetro cuadrado. Donde hubo un brasilero, también hubo un peruano. Donde se enseñó en portugués, se tomó la prueba en castellano. Todo iba a valer un Perú, pero iba a costar también un Perú.
Universitario de Deportes realiza emboscadas a los que incursionan y luego los persigue hasta su propia Meca…São Paulo. Lo único que no hace es hilvanar una respuesta adecuada, un contraataque que haga dudar al contrario. La “U” no cede su Océano Pacifico, pero es incapaz de intentar bañarse en el Atlántico. Lo logra ver, pero sólo eso.
Reynoso vence en la táctica y pierde en la estrategia. Un trabalenguas del destino para una persona que busca utilizar la lengua con sus pupilos y sólo con ellos.

La eliminación refuerza las virtudes y defectos del equipo. Un cuadro obediente y disciplinado, y de gran concentración en defensa, pero de poco peso en la ofensiva. La “U” al final de la campaña subraya la necesidad de refuerzos en el mediocampo y la delantera. Con unos retoques importantes, este plantel podría ser el animador en la próxima copa. La hinchada lo espera así, Reynoso también. Ahora falta arreglar con el entrenador el tema de su continuidad. No hay tiempo que perder en seguir dilatando las elecciones. Acuérdense que Juan es un hombre de pocas palabras y de importancia en esas mismas palabras. Apúrense en hablar…pero sólo lo necesario.


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