sábado, 12 de marzo de 2011

La Cigarra

Fueron quince minutos o tal vez un poco menos. Quince minutos en que el técnico necesitó ser escuchado. Y si valía para algo más, también ser oído.
Su voz desnuda de dejos y de soberbia, desnuda de cantos de cisne y de sirena; deseosa de conectar con los jugadores, intentar ir en la misma frecuencia que ellos y buscar el otro lado de la historia.
¿Estuvo el técnico a la misma altura que ellos y en el centro de la tormenta?, ¿o simplemente se quedó parado al frente de sus bancas deseoso de ser él la última lección de todo aquello?
¿Qué fue lo que le dijo a sus jugadores? ¿Acaso apeló a que una vez él también fue uno de ellos y que en ese momento también se sentía tal cual, como uno de ellos?, ¿o dejó atrás su Olimpo personal donde él es Dios y les pidió por ayuda?

Del Solar de seguro dijo algo o calló algo para hacer reaccionar a sus jugadores. Porque hoy los jugadores marcharon junto a su técnico. Mal, pero marcharon. No les importó la estrategia mediocre ideada en el primer tiempo, el marcador en contra y el descontento del público y el suyo propio. Esta vez sólo escucharon a su técnico.
¿Qué les dijo? ¿Apeló a la garra y a la garra de nuevo? ¿Se despidió o confió hasta el final en qué todo era posible?
Nadie lo sabe. Ni él mismo en este momento sabe que fue exactamente lo que les hizo cambiar de actitud. Porque claro que les dijo muchas cosas, pero debe haber una palabra u oración, sólo una entre varias, que dio vuelta a todo.
Esta noche, que son tantas noches (mientras millones de personas duermen en ella), Del Solar debe estar pensando, analizando, no el partido, sino sus palabras. Estoy seguro de ello. Y si no, es porque aparte de mediocre técnico, es un completo imbécil. Porque estaría perdiendo una única oportunidad de seguir el hilo de la trama. El no seguirla desde ya, lo terminaría por perder de nuevo.
Y lo digo así, porque la victoria no se debió a un mejor dibujo táctico o a una superior estrategia. Ni siquiera ocurrió por contar con un mejor plantel. No. Sucedió porque los jugadores por una vez le entendieron. No solamente hicieron su trabajo, sino que le entendieron. Conectaron. Crearon algo juntos. Superaron por un breve momento sus diferencias. Se podría decir que no murieron por su técnico, pero por cuarenta y cinco minutos vivieron por él y lucharon por sus ideas. Y eso es mejor. Mucho mejor.

En estos momentos desearía que Del Solar fuera lo suficientemente inteligente para que se diera cuenta de la oportunidad que se le ha abierto. Desde el inicio del campeonato esta era la chance que estaba esperando. Ya no juntando bajo su puño a un plantel como tenía planeado, sino cohesionándolos en la palma de la mano. Quería controlarlos, pero ahora se sienten con mayor libertad. Y eso también es mejor. Pero cuidado, porque si ellos caen o los deja caer, el estrellado terminará siendo él.
No es suficiente que la garra haya despertado y llegado en la quinta fecha. Se necesita más estudio de los rivales y mejores propuestas de ataque que las mostradas. Y Del Solar no pasa lamentablemente de ser un mal técnico.
Malos generales han ganado batallas y también han gozado de buena suerte, pero rara vez terminaron ganando guerras. Al técnico de la “U” todavía le falta el factor suerte y nunca tendrá el natural “savoir faire” de un Wenger o Guardiola. No tiene el talento necesario. Lo que le queda es el conocimiento entonces. El estudio.
El dominar sus propias tácticas, el investigar a sus rivales; el estar metido 100% en esto. El ser un chancón del fútbol. Hacer de esto tu verdadera pasión.
Del Solar, si no tienes el talento, debes trabajar el doble, porque la garra no te va a poder salvar siempre. La fama de vago se va apenas trabajas. Entonces trabaja. Sé tu propio salvador. Sé tu propia hormiga y no esperes nunca ser la cigarra que canta los logros de los jugadores y los goles de los demás. Trabaja.


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