jueves, 21 de julio de 2011

Una confesión (Noviembre 2008)

Nunca podría ser un cura. Nunca podría escuchar una confesión completa. No tengo el estómago para asimilar el dolor de quien lo cuenta todo, de quien cuenta sus pecados tras la cortina, tras la rejilla de madera, aquella rejilla en la radio de transistores.
Nunca podría ser un cura. Y sin embargo escucho y asisto a esta confesión de noventa minutos en la radio de la casa. Escucho el 2-1 completito, con migajas y todo. Escucho el pecado, el arrepentimiento, y la oración que se suponen salvarán al pecador. Pero yo no puedo ya descansar, no puedo cerrar los ojos y abstraerme de lo que he escuchado.

Esta noche es un feo secreto, una fea confesión. Bolognesi se adelanta a cortar la luz en nuestra casa, se adelanta a cortar los circuitos que comunican a nuestros laterales con la volante y la delantera. Allí ponen a dos de sus hombres a crear interferencia e intentar un apagón. Así se hace más fácil una confesión, en plena oscuridad. Así se hace más fácil que nos ataquen y nos metan el primer gol.
Y llega, con los narradores celebrándolo como si de su grito dependiera sólo la felicidad y no la tristeza, como si con aquel grito no supieran aún lo que pueden ocasionar o marchitar, como si aún no supieran bien cual es su trabajo.

El gol de Bolognesi a pesar de ser sorpresivo, es gritado por el narrador no de manera sorpresiva, sino esperada. Es gritado para ahuyentar y atraer, pero yo lo escucho como una fea confesión. Como una fea confesión, porque la casa está sola y oscura, porque una sola radio vieja es la que me comunica con el mundo esta noche.
De aquí el desanimo, la poca paz; pero es la “U” la que juega y la que intenta por intermedio de jugadas aisladas, el empate.
Y es la “U” la que se aviva de parecer tan muerta, la que se acerca de parecer tan lejana…y el gol llega por intermedio de Neyra…1-1, la radio puede fallar, pero no el grito del tanto en el narrador, que esta vez es afectado, estudiado y falso; alguien quiere provocar la tristeza y si tiene los medios la ha de provocar sin duda.

Llega el descanso y también el hambre, que es distraída por unos cuantos panes. Se inicia el segundo tiempo y otra vez el hambre, que es distraída por unas cuantas jugadas de peligro. De allí, nada más.
Pareciera que jugarse el descenso diera un plus sobre jugarse el campeonato. Pareciera que el miedo a segunda nos empujara más fuerte, nos hiciera reaccionar más pronto que el deseo por jugar el play-off del título. Así parece y así siempre ha sido en el Perú.
Bolognesi en una rápida combinación nos anota el segundo y cierra el telón. Alguien grita el gol en una estación de radio, no es necesario ni siquiera que esté en el estadio, que esté en el confesionario; no, no es necesario. Sólo debe de sonar feliz, en lugar de afectado. Sólo debe de gritarlo de manera prolongada, una vez más.

Es sábado en la noche y continuamos haciendo cuentas para poder quedar entre los siete, cuentas para poder rezar un rosario. El partido ha terminado y el sábado también lo hará, alguien dejará de gritar el gol en contra nuestra y se terminará la confesión. No importa si el pecado lo cometió el equipo o el entrenador, es la confesión la que debe de terminar. Debe de terminar, porque existen seis finales y la “U” necesita recobrar la fe, la fe no en el arrepentimiento, sino en el mirar para adelante.
Hay que darlo todo, sea poco o mucho. Darlo todo, porque nunca habrá arrepentimiento o confesión en ello, nunca.


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lunes, 4 de julio de 2011

Goleada al Aurich (22 de Octubre del 2008)

Desbordar el pequeño vaso porque se sirve con violencia, desbordarlo porque el líquido con que se cuenta es demasiado ante la comparación que se le presenta al frente.
No es frecuente mojar la mesa y luego el piso cuando se trata sólo de llenar el vaso, de llenar el sólo vaso.
No es frecuente tal dispersión de números, ante la pequeña concentración de esa sola copa que se nos presenta.

¿Habremos sido descuidados o previsores?...descuidados por derramar el precioso líquido ante tan poco rival; descuidados por no saber controlarnos y gastarnos en llenar el recipiente que no podrá ser bebido por aquel rival que carece de sed.
¿Seremos previsores?, porque ninguna noche ha dejado de ser traidora hasta hoy, ninguna noche ha olvidado su oscuridad a pesar de las luces y los flashes que enmarcan los cuatro goles.
¿Seremos previsores?, porque en la medida de uno, llenamos las redes para no ser molestados por la suerte adversa.

Universitario se hace del primer gol a los seis minutos, casi al inicio del partido, casi antes de comenzar el match. “U” no necesita encontrarse bien parado en el terreno, pues el rival espera descuidadamente en el suelo; Universitario no se despeina para marcar los cuatro goles, Aurich no se despeina para impedírselo. Aquí no hay ciclón, aquí nadie se despeina siquiera.
Es así que Universitario se sirve de los errores que hacen el rojo, se sirve de los errores que hacen el presente Aurich. No hay más ciclón, ni siquiera para dar una vuelta al molino. No hay más ciclón que empuje la tierra junto a la semilla. Universitario cava cuatro tumbas para un solo muerto esta noche, le da para escoger cuatro veces su mismo destino.
Universitario se da el lujo esta noche de hacerle trampa a la aritmética más básica, de mandar al frente a un nueve que no es nueve, y que esa mentira tan primitiva pueda marcar dos goles que son tan reales, tan palpables, como que debajo de esta tierra que se pisa, hay una tumba que espera.

Cada cierto tiempo se encuentran en los desiertos de Lambayeque, tumbas nuevas que son viejas, tumbas viejas que fueron nuevas. En la historia de la muerte en el Perú antiguo, hay una tumba cavada desde tiempo inmemorial para este Aurich que parece de otra categoría, hay una tumba sin oro, sin joyas, sin séquito que espera con la misma terquedad de otras para ser llenada, de eso no hay duda; el dilema consiste desde este momento en quien será el que le de la palada final para que se reúna con la arena que hostil con los vivos, no lo es con los muertos.

Faltan pocos días para el partido contra Sport Ancash en Huaraz, días para reponer la fuerza que se uso, el líquido que se derramó; esperemos que el desgaste sufrido en golear a un rival acabado, no se vuelva en nuestra contra, no se convierta en resta o merma este fin de semana.


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"U" en Sullana ( 31 de Agosto del 2008)

No debemos esperar a que la gente se vaya, para empezar a escribir. No debemos esperar a que el balón se detenga, para hacer rodar nuestro propio balón.
No, hay que apurarse, hay que hacer que todo este pueblo reunido y que se empieza a mover, intente distraernos y también concentrarnos. Para eso, debemos limpiarlos de sudor y mojarlos en tinta. Para eso, debemos lograr que nos manchen los dedos y que pinten sobre la hoja.
Debemos apurarnos en escribirlo todo, aún si nos dejamos robar una frase genial en medio del tumulto, aún si perdemos el lapicero y el papel en medio del área. Debemos apurarnos en Sullana, porque es posible que otro gol nos espere en nuestro minuto 98, en nuestro minuto adicional, tal como acaba de producirse en el campeones del 36.

Debemos apurarnos en medio de este fervor, porque la calma no puede introducirse en medio del cañaveral, es el viento el que lo hace. La calma no puede celebrar un gol en medio de esta gente, no puede dar un abrazo y menos dárselo a un desconocido. La calma no puede escribir lo que sucede aquí desde una mesa, pues se debe empezar en la tribuna. Y por eso no debemos permitir que la gente se vaya para empezar a escribir, debemos juntarnos con ella y tal vez también cantar con ella.
Hay que arriesgarse, arriesgarse siempre y no dejar que este horno inmenso se apague, no cuando está dando el mejor pan para todos, el pan que permite una mejor hambre, una mejor hambre para el partido siguiente.

Y tenemos hambre, tanta hambre ante esta pequeña cucharada de azúcar que se nos devuelve al final, ante esta pequeña alegría que pudo ser tan amarga si fueran por las circunstancias que aquejan a los justos casi siempre.
Porque el marcador de 1-0 era injusto y mentiroso, tan injusto que no pudo ser variado en sólo 90 minutos, que no pudo ser reiniciado con un golpe en el televisor o en el tablero de madera.
Tan injusto que no sólo se necesitó el aguante del equipo, sino de toda la tribuna para vencerlos luego de que tiraron la piedra y se fueron a esconder bajo el travesaño.
El marcador de 1-0 era tan injusto que se necesitó la última de las jugadas para decretar el empate, empate que devuelve algo de lo mucho que se entregó en esta cancha.
Fuimos los jornaleros por hoy día, otros en cambio casi fueron capataces. Fuimos los jornaleros que trabajaron todo el día cortando la caña, derrumbando su orgullo, abriendo los claros en esta enorme cancha, que parecía prolongarse por toda la costa peruana, fueron 90 minutos y algo más de entrega, 98 minutos de sacrificio, tal vez de toda una vida de caña cortada para la pequeña cucharada de azúcar que se nos devuelve al final, cucharada que necesitamos limpiar y guardar por ahora, porque se necesita avanzar mucho más en este campo inmenso para devolvernos al lugar que nos merecemos, aquel lugar que al fin y al cabo, también nos merece.



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domingo, 24 de abril de 2011

La conspiración

La semana santa en la “U” es incompleta. Se tiene a Judas en el elenco, pero se olvidan de traer a Jesús para la obra.
El que gane Universitario en la cancha, no es un milagro. El milagro sería que paguen fuera de ella.
Y Jesús patea latas en las afueras del Monumental, come en una carretilla, hace su cola y se dirige a su tribuna de toda la vida. Es hincha de la “U” desde siempre y para siempre.
Cuando nos dice esto, no dudamos de su palabra, porque si hay algún tema que domina el hijo de Dios es sobre saber definir la eternidad. Hace llevaditas y realidades con ella.

El partido empieza y nuestro barbón amigo cierra los ojos mientras la gente se persigna y mira el cielo. Jesús se rasca un poco las orejas y nos confiesa que algunos faltosos lo invocan con malas palabras también. Ríe y dice que son de barrio, de su barrio, aunque aquellos por su juventud todavía no lo sepan. Son buenas personas. Y sobre todo hinchas de la “U”, concluye el galileo.

Universitario de Deportes ataca tanto como se lo permiten sus fuerzas. Y sus fuerzas a pesar de todo lo vivido, son grandes. El partido es veloz, pero con pocas acciones de verdadero peligro.
La “U” parece adueñarse del mediocampo para ceder al rato ante el empuje del equipo sullanense. Y el equipo del norte también no avanza sin antes entregar el balón a Universitario.
El equipo crema decide entonces llegar al área rival con centros tirados mayormente a la banda  del chileno Álvarez. Y el rival responde consiguiendo elaborar un poco mejor sus jugadas, pero no tanto como para exigir de verás al arquero de la “U”.

El gol de Vitti llega tan elaborado como imprevisto. El argentino toca con Fano y aquel le devuelve el balón para que defina con la ayuda del palo.
Jesús baja en avalancha y se topa con los policías que utilizan sus varas para dispersar a los hinchas. El espíritu de la fanaticada crema le permite celebrar el gol en distintos idiomas, pero con un mismo grito. El mismo grito que los policías intentan acallar y no pueden.
Jesús me confiesa entonces en secreto que los romanos ya no son lo que eran antes.

– Estos de verde son como un chancay de a veinte –

¿Y quién soy yo para contradecir al hijo de Dios cuando confunde a la policía con los antiguos matones del nuevo testamento?, ¿y quién soy yo para contradecirlo, cuando gran parte de la afirmación es cierta?

– Sí, son un chancay de a veinte – le contestó.

El partido en la segunda mitad carece de la explosión de la primera parte, y más bien comparte con aquella en la insistencia en el fútbol sin ideas. Debido a la difícil situación que tiene la interna de la “U”, el exigir un mejor juego es pedir un lujo innecesario.
A esto hemos llegado en semana santa. A no pedir mejoría, sino sólo el resultado.

Universitario gana sin complicaciones, sin pedir la hora y sin dar la hora. Gana porque el resultado se lo tienen que confirmar los dirigentes. En la cancha se cumple y afuera hacemos agua por la desidia existente.
La “U” es una conspiración permanente, un cónclave de saduceos y fariseos tratando de llevar agua para su propio molino. Se duda de aquel que habla animadamente con otro, como de aquel que calla y está solo.

– Aquel es el que más conspira – dicen los que creen entender la situación de Universitario.

Los hinchas a diferencia de ellos, apostemos en el equipo, que es un juego seguro. La política del club ha demostrado ser otra vez un juego de azar.
Un juego en el que aquel que se mostraba como el más calificado, no es tal. Dudamos hoy de todo y sobre todo de sus intenciones, que aunque fueran buenas nos pueden llevar otra vez al peligro de la ruina.
Para poner en perspectiva todo, Jesús suelta la última frase lapidaria del día.

“Judas nunca dejó de creer en mí y aún así, me traicionó”  

Debemos confiar en las acciones de las personas, no en la palabra de ellas. Confiemos en el equipo que aún saca buenos resultados y desconfiemos de los dirigentes que no pueden honrar sus deudas.
Exijamos a los dirigentes cumplir con los jugadores e hinchas, que para eso se hicieron cargo del club.
Se hicieron cargo porque convencieron al socio sobre su supuesta calidad en la gerencia empresarial. A estas alturas pareciera más bien que ya no necesitáramos de un  administrador sino de un mesías que pudiera multiplicar el pan y el pescado para poder honrar nuestros compromisos.
No confundamos al presidente con un salvador, porque no lo es y ni siquiera demuestra ser un buen ejecutivo.
No confundamos a aquel con un mesías, porque el Cristo a diferencia del presidente,  no se sentó en el palco de los dirigentes está noche, aquel estuvo en norte con su gente, alentando al campeón como siempre.


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domingo, 17 de abril de 2011

La marcha

Cuando Roma era el centro del imperio (y lo fue durante mucho tiempo), era común de escuchar que todos los caminos conducían a ella.
Si éramos burócratas en desesperada búsqueda de un puesto o nobles desesperadamente rechazando uno, no habríamos tardado en usar las vías hechas por el imperio para dirigirnos a la ciudad eterna.
Comerciantes, mendigos y evangelistas de exóticas religiones llegarían también a la ciudad gracias a su amplia red de caminos.
Pero aquí es necesario recalcar que Roma fue imperio gracias a sus ejércitos de ciudadanos antes que por otros cientos de virtudes. Y los ejércitos de Roma que estaban prohibidos de cruzar el Rubicón para dirigirse a la ciudad, también estaban exigidos de cruzar sus aguas en dirección de la conquista.
Es bueno afirmar entonces, que todos los caminos salían y surgían de Roma desde la antigüedad.

Así como Roma, Cusco era el ombligo de su mundo y desde allí surgían las cuatro regiones o suyos que hacían el imperio Inca.
Tales puntos de encuentro y convergencia son conciertos de voluntades. Lugares donde confluyen pistas, vías, pasos de animales y personas, pero sobre todo, tránsito libre de deseos.
La “U” no concentró en los días previos al clásico y más bien tuvo un punto de encuentro el sábado. Un lugar desde donde todo su ejército reunido tomó la decisión de marchar en busca del enemigo.
La casa de Chemo del Solar fue el sitio escogido adonde irían llegando de a pocos los jugadores de Universitario de Deportes. Allí convergerían los argonautas una vez más.
Estarían Galván y sus ganas, el amor propio de Toñito y la solidaridad de Rainer, la garra de unos cuantos más y las ganas de todos por sacar el resto adelante.

Pocas veces, circunstancias tan adversas y desesperadas fuera de la cancha, han encumbrado el esfuerzo de un grupo. La campaña del apertura 2002 se me viene a la memoria, de allí en más, otros recuerdos son por lo menos difusos.
La rebeldía por la justicia y lo justo, y la lealtad por la camiseta nos demuestran otro ángulo de este grupo, lo complejo que va ser para el rival volverlo a descifrar.
El triunfo (empate) de ayer no se da en el resultado, sino en la lucha de los jugadores que logran sacar esto adelante, a pesar de los dirigentes.
En la cancha no se ve al mejor equipo crema, uno se da cuenta de ello al comienzo y no se piden más explicaciones, es muy claro que el cortocircuito e incendio le pasan la factura desde afuera.
El contrario no peca de tonto e intenta apretar la máquina hasta casi burlar la defensa crema, pero sus intentos no pasan de estrellarse contra la muralla montada por la veteranía de las tropas. Universitario de Deportes resiste el embate y más bien cuando le toca tener la pelota, no juega con la misma prontitud del rival, sino que la calma y la juega de manera lenta. Cualquiera diría que ese fútbol es del que la piensa mucho o del que está pensando mucho, lo segundo sería lo más correcto. Los problemas de afuera (y lo decimos una vez más) influyen en el empate.
Universitario de Deportes centraliza sus esfuerzos con Vitti, pero muy poco es lo que logra el jugador. Demasiado atrás para ser incisivo, se encarga de distribuir el balón de la manera menos comprometida y fácil, la “U” carece de profundidad para lograr siquiera una oportunidad clara. El rival lo intenta más, pero es menos equipo también.
Cuando llega el penal, llega también el premio a un jugador que merecía ser recompensado una última vez en esta cancha.

Universitario de Deportes empata en su peor día del año, iguala ante el rival, pero gana en fortaleza. Todos los caminos del campeonato salen de Roma y hay un ejército que las transita mejor que nadie, a pesar de las grandes dificultades que suponen los dirigentes de cuello y corbata, los que se suben al carro en la victoria y aquellos que niegan los sueldos de la tropa en campaña.
En la antigüedad, los grandes enemigos del ejército romano eran sus propios burócratas. Hace no mucho, los dirigentes del club eran los más sofisticados enemigos de los jugadores cremas, parece que las malas formas han vuelto o tal vez nunca se fueron.
Nada entonces ha cambiado. Roma sigue siendo Roma y la “U” sigue siendo la “U”, a pesar de sus dirigentes y rivales, perdón, mejor dejemos de ser redundantes y cuando nombremos a dirigentes y rivales, digamos enemigos solamente, ya que a estas alturas por lo que aportan, ambos vienen a ser y a dar lo mismo.

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domingo, 3 de abril de 2011

Y VIVIERON FELICES POR SIEMPRE

Y vivieron felices por siempre. Así terminaban los cuentos que leíamos de pequeños. Así deberían de terminar también. En el acontecer de esas historias, la felicidad tenía que durar hasta ser eterna. Tenía que ser tan absoluta para lograrnos convencer de seguir y vivir por mucho tiempo. Muchos no lo saben, pero tal vez vivimos y persistimos de esa manera, gracias al final de aquellos cuentos que se nos quedaron grabados de pequeños. Creo que es allí, en ese momento crucial, donde nos convertimos en hinchas de la vida, justo en el final de esas historias.

Y vivieron felices por siempre. El partido de ayer es de aquellos partidos que sellan un pacto. Que parecen cuento y final de cuento también. Que convierten en hinchas de la vida a los más pequeños. En hinchas de la “U”. En fanáticos de la lucha hasta el final. Porque se puede luchar (casi todos lo hacen), pero sólo aquel que lucha hasta el final, tiene garra. Porque sólo aquel que pivotea casi colgado de las mallas de la tribuna para poder poner la cabeza, la busca más que nadie.

Y un pacto se sella con un abrazo. Con un gran abrazo. Ayer aquel abrazo estuvo tan lejos del técnico. Y tan cerca de los jugadores, y tan cercano entre ellos.
Pocas veces las circunstancias dejan tan solo a un técnico después del gol de su propio equipo. Pocas veces el mismo entrenador debe cambiar el ganamos, por el ganaron, por el lo ganaron ellos.
Si existe un perdedor más grande que el equipo rosado, ese es el DT de la “U”, que con su planteamiento no pudo generar una jugada que de verás valiera la pena para su equipo.

La “U” gana al contrario cuando aquel lo tenía contra las cuerdas. Cuando aquel lo intentaba liquidar con un segundo gol en lugar de cuidar mejor su ventaja.
Universitario de Deportes escribe las más lindas historias porque sobre todo les sabe dar un gran final. Puede no salirle nada durante el partido y de repente, antes de poner el punto, se le ocurre la última frase, el último respiro y todo cambia a partir de allí.
Universitario hace que volvamos a leer la historia de nuevo, desde el principio. Hace que repasemos el título. Permite que cada trama donde interviene se nos quede en la memoria. Porque siempre tiene algo único y bonito que decir. Y nada es más bonito, a veces, que ganarlo al ollazo en los descuentos. Y nada es más bello que perseguir el balón hasta la última línea y saltar por él en lugar de que te lo den en el pie.
El esfuerzo contra el jugar bonito. La garra del que no esquiva los golpes cuando está en las cuerdas y que más bien golpea el doble que su rival. Así juega la “U” cuando se meten con su historia. Porque a Universitario le puedes ganar en cualquier momento y lugar, pero lo que no puedes hacer es intentar reescribir su propia historia, llevarlo todo al terreno del esfuerzo, del desgaste, porque allí la “U” tiene ventaja. Y allí la “U” te gana siempre.

Ayer no tuvieron claras oportunidades, ni siquiera simples oportunidades. Ayer lo que falló en el planteamiento del técnico fue no saber leer el partido en su transcurso y no lograr tampoco que los jugadores le comprendieran.
¿Por qué es tan simple perderse en lo que escribe y plantea Del Solar, y a su vez es igual de básico entender y comprender tan bien la garra? ¿Por qué?
¿Será acaso que los cuentos que nos contaron de pequeños, no eran cuentos solamente, sino historias que tenían más de verdad que de fantasía?
¿Será que nosotros escribimos esos bonitos finales siempre sin darnos cuenta y que Del Solar es un cuentista al que ya nadie le cree?
Será y es en la misma línea entonces, y como conclusión, que la garra es historia y no cuento, y por eso recurrimos a ella, a su papel gastado, pero no roto, cuando todo lo demás falla.

Se viene alianza en Matute. Otro clásico, otra historia. Y la “U” necesita mejorar urgentemente su juego de conjunto para asegurar el final de la historia que queremos y que nos contaron de chicos. Aquel epílogo en que vivamos felices por siempre, por fin. Como vivimos ayer y como queremos que vivan nuestros hijos y sus hijos mañana. Contentos, felices e hinchas de ellos mismos también, hinchas de la “U” entonces.


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viernes, 1 de abril de 2011

CONVALECENCIA

CLAUSURA 2008 (20 SEPTIEMBRE)


La lucha se suele dar entre dos. Ya sean dos hormigas disputándose el último trozo de vida. Ya sean dos dioses fingiendo ser hormigas.
La lucha puede empezar o terminar en un mismo lugar. Por ejemplo, un hospital peruano. Un hospital que acoge el inicio de una huelga de médicos y también los últimos trazos de un equipo rosado.
Boys es el moribundo que un día domingo, un día de visitas para el enfermo común, se levanta de la camilla para ir a Ate. Aquí, la historia fue reescrita. El enfermo visitando al más sano. Aquí, el cuento fue reescrito. El cordero yendo a la casa del lobo.

La lucha se suele dar entre dos. Ya sea al final o al comienzo de la tabla. A inicios de año nos toca pelear en la cima. Ahora batallamos en las faldas, en la sima de la montaña para dejar atrás la apatía, para dejar atrás las semanas que nos han dado y quitado pequeñas migajas de convalecencia. Migajas que supusieron sumar a los analgésicos, el reposo absoluto.
Así pasamos semanas enteras en nuestra propia cama. En nuestro propio sueño. Siendo mimados por la familia más grande del Perú, en lugar de ser arengados y curados por profesionales.
El tiempo anterior en la cima nos mantuvo engañados por mucho tiempo. Nos mantuvo esperanzados en que el siguiente partido podría ser el de la recuperación. Recuperación que no se dio.
Nadie esperaba llegar a compartir luego el cuarto con el paciente más enfermo. Nadie esperaba ser comparados con el último. Y se dieron esas comparaciones, al menos por una semana. Al menos en estos días que tuvimos de compañero de habitación al enemigo de siempre.

Pero aquellos golpes, fueron golpes que necesitábamos. Ver la agonía de cerca, estar con el más enfermo en nuestra propia casa nos puede haber despertado finalmente, nos puede haber despertado para ver lo que no queremos ser.
Y lo que no queremos ser, es ser los últimos, comportarnos como los últimos o ser comparados con los últimos. La historia de la “U” aunque llena de golpes, es distinta a la del Boys, porque los golpes a nosotros realmente nos hacen reaccionar, nos hacen subir la montaña y no hundirnos en el puerto.
Un 2 a 0 muy justo, si es que puede haber justicia en darle el tiro de gracia a un ser ya abstracto, si es que la puede haber en enfrentar a un equipo de segunda en un torneo de primera profesional.
Necesitábamos un cordero enfermo, para saciar nuestra hambre de ser fieras otra vez. Nunca nos imaginamos que el cordero vendría a casa. Que en el día de las visitas para el convaleciente, el más grave de los enfermos quisiera visitarnos. El cordero visitando al lobo y no al revés. Aquí el cuento fue reescrito y su final también, porque el lobo se comió al cordero, a la caperucita y a los tres cerditos y no pasó nada, no conmovió a nadie, tal vez porque esta historia es la que suele suceder siempre en el Perú y en Ate. El lobo comiéndose al cordero. La “U” triunfando sobre el Boys.


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