lunes, 26 de diciembre de 2011

El paradero final

Hay muchas rutas de micros y combis que cruzan la ciudad. Líneas piratas y líneas que existen solo en el papel. Cooperativas que se unen por el bien común y cooperativas que cooperan con el bolsillo de unos cuantos.
La ruta “S” cruza varios distritos de la capital. Une Lima y el Callao. O confirma en todo caso lo que el tiempo ya unió y casó. Esta línea viene desde lejos y va hacia allende. Su última (o primera) parada queda a solo unos cuadras del Monumental. A diferencia de otros paraderos finales, la soledad no siempre acompaña sus días. Cada dos fines de semana el paradero espera la llegada de personas que siempre vuelven y de otra tanta gente que de harto preguntar, también llegan.
Muchedumbre de puntos lejanos entre sí, coincide aquí. Concurren al micro sin decirse nada, sin verse siquiera. A veces cuando el cobrador es hincha crema pregunta por el equipo y a veces cuando no lo es, también lo hace. La gente necesita noticias, noticias hasta de un extraño o de un enemigo. Así rompen la rutina. La rutina que aumenta su apuesta en la siguiente vuelta y que aun con gran riesgo, siempre arriesga en contra nuestra.

La combi de la ruta “S” viene casi llena. El casi es porque las leyes físicas se pueden acomodar un poco más y mejor. Se pueden acomodar para traer con ellos una copa de vuelta por ejemplo.
Pocas veces un paradero final es tan masivo en un 13 de diciembre o en cualquier fecha. Todos bajan aquí. El cobrador no pregunta más por la “U”, este también es su último paradero. Su última vuelta en la ruta y el inicio de otra de ellas en la cancha.
La hinchada empuja hacia al estadio y entra. El cobrador sonríe y dice que si no fuera por los cagones, que aflojaron a último minuto, el estadio estaría lleno. Y tiene razón. Y es que el “cobra” sabe que las leyes físicas siempre pueden acomodar más y mejor, pero el sentimiento solo tiene espacio dentro de la carne. Afuera de ella, no se puede acomodar más, ni mejor. Es imposible. O estás, o abandonas. Al final de la historia quedan las personas y se descartan los personajes. Al final y en la final también.

La ruta de Universitario de Deportes es algo más que una aparición en el campo de juego. Todo el circuito y rutas alternas. Es la oración que dura lo suficiente para ser historia y no cuento. Más de veinte apellidos guardan sus fronteras. Titulares, suplentes y jugadores en reserva salen al campo de juego y forman una línea sobre la pizarra verde del Monumental.
Alineados conjugan una oración de lectura obligatoria para el rival. Una declaración de principios. Mientras su contrincante forma con once, ellos conforman algo mayor a ese número. Y es que todos los ejércitos empiezan con algo mejor que el once. Con la alineación verdaderamente alineada para recibir los saludos. Ellos forman esa línea buscando cerrar el trato. Juegan hoy para que su mundo acabe completo al final del día. Un gesto de extrema fuerza sobre el contrario necesitado de una sola suerte.
La “U” sale al gramado con todo el equipo porque viene a tomar algo que es suyo y eso solo se puede lograr con el grupo completo, con su parte completa (hinchas incluidos). Universitario de Deportes desocupa todos los asientos de cualquier combi, microbús o en donde haya venido, y baja aquí, en este su último paradero. Nadie queda fuera. Nadie que no quiera ser campeón al menos.


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