martes, 20 de diciembre de 2011

La final y el fin de todo

- La gente de la “U” está ingresando sin presentar DNI. –

Ese era el primer rumor que surgía al mediodía, el primer rumor desde el lado contrario. Simpatizantes blanquiazules moviendo la cabeza en franco desconcierto, mientras los dirigentes grones se apresuraban en llamar a los encargados de las puertas que daban paso a Norte. Una o dos averiguaciones, gritos de por medio…y siempre el mismo reclamo…

- ¿Por qué no piden DNI a las “gallinas”? -

El silencio primero y luego la explicación, su explicación. – A algunos los tasamos de clásicos pasados y los dejamos pasar…pero solo a unos cuantos (la minoría)…al resto los demoramos en una sola cola.
La bulla primero y luego la explicación, nuestra explicación. - ¿Por qué sin DNI?
Porque aunque les cueste decirlo, nos reconocen a todos, a cada uno de nosotros.
Porque tenemos una identidad que respetamos y no cambiamos con el pasar de los años, no se nos puede pedir identificación entonces, no la necesitamos.
Los dirigentes cagones no volverían a llamar a sus empleados en la puerta, al menos así quisiera creerlo.

La “U” con el pasar de los años ha cimentado una forma de ser tan igual a su primera concepción que debe sorprender a los extraños, a los que empiezan sus primeras averiguaciones desde los libros y las hojas.
¿Qué es esto de la garra?, ¿qué es esto de preferir el obraje sobre el arte?, ¿qué significa este golpe de puño sobre la mesa, interrumpiendo el concierto amistoso de 1924?
La “U” irrumpe en escena ese año para imponer una forma de entender el fútbol distinta a la generalidad. Universitario no es el primo hermano de Brasil, el primo pobre y menos talentoso. No, la “U” entiende desde temprano que ese estilo y esa forma de jugar no iba con ellos, que esa forma de ser nunca podría llenar de veras un corazón.

Universitario lleva sus pilchas y se instala al frente de todos los demás, la Federación Universitaria es el primer antagonista y rival del resto. Por ende también es el primer héroe de la calle. Lo demuestra en su primer clásico, lo demuestra en el último. La “U” no necesita DNI pues tiene identidad, me repite un compañero de ruta. La “U” no cambia y no debe de cambiar. Universitario no está a mitad de camino de nada. No está yendo del “jogo bonito” al “corazón”. Sus hinchas no le piden un gol de chalaca en el último minuto. Los cremas tienen claro lo que son, lo tienen claro desde que comienza su partido en el año 24.

Y es que su identidad siempre entra en escena. Aunque le sea difícil cruzar la puerta. Aunque por falta de algún jugador talentoso deba de buscar una ventana abierta para ingresar. Pero ese es Universitario, el viejo y querido Universitario de Deportes que siempre se hace presente en el campo rival. Esa identidad tan marcada hace que lo reconozcan cuando se muda de Breña para Ate. Universitario se muda, pero nunca cambia. Siempre la misma piel, con idéntico color a ambos lados.
La “U” es el puma que pone la garra al final de la avenida Javier Prado, es también el león y no la cebra de rayas blanquiazules. Aquella cebra que está a mitad de camino entre caballo y el remedo de una cosa. Universitario al final del callejón se comerá a la cebra nuevamente, se comerá a su presa, porque se repite y se ha de repetir siempre, porque para alcanzar la eternidad, uno debe convencerse primero en ser.

La “U” en las afueras de Matute no necesita de DNI y de partida de nacimiento para ingresar, no necesita de nada para demostrar quién es y qué arriesga.
Su estilo de jugar, su responsabilidad al encarar, aún su forma de caer cuando debe de caer, son dictados por una identidad. Una sola.
Universitario es fruto del hombre que quiso ser siempre hombre, nunca Dios. Que quiso ganar sus batallas solo. Nunca con ayuda divina. Nunca con uniformes cambiados cada año o cada mes de octubre. Universitario no se encomienda a los dioses en octubre, piensa más bien en el fin y en el final de todo. Su cabeza se concentra en diciembre, solo en diciembre.


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