Cada vez que viajo en ómnibus para ver a la “U”, lo hago con la firme convicción de que llegaré y veré a mi equipo. Nadie me obliga a seguirte, nadie me obliga a ver los feriados blanquirrojos como días cremas. Nadie me obliga a tomar el bus en el Terminal sin mochila, sin muda de ropa; la misión es llegar, verte ganar e irse.
Llego, de eso no hay duda, el trayecto ha sido terrible. Un trayecto alargado por las detenciones continuas. Suben pasajeros llenos de ilusiones y bajan pasajeros con su equipaje rebuscado por el ayudante de la maletera. Adiós feriado para estos pasajeros y bienvenida realidad. Se discute, se amenaza, se insulta y el bus nuevamente parte. Casi un centenar de pasajeros viaja de sur a norte, casi un centenar de viajeros tiene preocupaciones del viejo oeste americano. El trayecto de la “U” empieza nuevamente en el Centenario de Chimbote. El trayecto da para el sueño y da para el despertar.
El sueño no necesita ser pesadilla para ser malo. Sólo tiene que prolongarse. Sólo tiene que invadir el otro lado, la otra acera e introducir la fantasía donde debemos estar más firmes.
El sueño no necesita provocar miedo para ser algo malo. Para ser malo, sólo requiere que sigamos durmiendo en él cuando los demás ya han despertado.
Cero puntos conseguidos, así se empieza el camino. Tomemos una fotografía al equipo que pierde con el Gálvez y pongámosla lejos del trofeo ganado, aquel trofeo que algún iluso lo puso dentro de la cama y que no nos permite dormir lo necesario para luego despertar. Basta de sueños.
Tomemos una imagen al equipo que pierde con Gálvez y reemplacemos con aquella foto todo el álbum de glorias del apertura, porque este es nuestro equipo, este es nuestro presente.
La copa del apertura es una anécdota, olvidémonos todos de ella, porque no hay nada peor que vivir del recuerdo, no hay nada peor que vivir con la copa en la cama.
En Chimbote juegan los “suplentes” con nuestros peores titulares y con nuestro peor Fernández. Estos “suplentes” que pisan el campo del Centenario no pueden ser tan malos.
No, debe haber algo más en estos suplentes que lo mostrado hasta hoy, porque para pisar tierra no es necesario revolcarse en el barro de la mediocridad. El equipo de la “U” no es tan malo como se le vio en el Centenario. Son ellos los que se vendieron barato ayer.
Ayer se vendieron barato y por eso se les acaba el crédito, el equipo de la “U” juega el campeonato todo el año, todo. Y la camiseta de la “U” no merece ser utilizada por gente que se sienta suplente y juegue como suplente.
La camiseta de la “U” no merece ser intercambiada luego de un 2-0 en contra, aquella camiseta crema no merece ser visita en la cancha cuando en las tribunas la gente asiste y viaja para hacerla local siempre.
Simplemente, la camiseta de la “U” no merece un José Gálvez 2 – Universitario de Deportes 0.
Hay ira contenida en el Bus de retorno. Ira, porque no hubo actitud y eso es lo único que no puede faltar en la “U”. Ira, porque hay jugadores que no funcionan con ningún esquema de juego, que no funcionan con un equipo A y con un equipo B, que no funcionaron en el apertura y que no funcionan en el clausura. Jugadores que ensucian el legado de un 9. Jiménez, sí, a mi también se me hace terrible tener que nombrarlo una vez más. Se me hace un vía crucis tener que soportarlo dentro del once titular. Asumamos de una vez que Jiménez es un error. Un error de la directiva por contratarlo para el clausura y un error del entrenador por aceptarlo cuando se sabe que no aporta nada de fútbol al equipo. Ahora no existe excusa para no contratar un 9 de verás. La inversión en Jiménez se pierde, pero el campeonato se debe ganar. El primer partido se pierde en Chimbote, pero los restantes encuentros sin Jiménez son todos ganables de largo.
Es lunes temprano y el bus va llegando a Lima, es lunes y la hinchada en todo el Perú se despierta y se despertará para asistir al Monumental, ahora sólo falta que se despierte el equipo de la “U” y nos de otra alegría en la cancha. Estamos seguros que este miércoles así será. Y DALE “U”.
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